viernes, noviembre 02, 2007

El Mensajero de Jehova

El Mensajero de

Jehovà

¿Era Juan el bautista el profeta Elìas, como dijo Jesùs? ¿Hizo Jesùs lo que dice la “profecìa” de Malaquìas? ¿Es Jesùs Jehovà?

Amaury González Jorge

I

Jehovà Envìa su Mensajero

En Mateo, 11:10, Jesùs dice: “Juan es aquel de quien dice la Escritura: ‘Yo envìo mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino’.” Mateo, 11:14: “Y, si ustedes quieren aceptar esto, Juan es el profeta Elìas que habìa de venir.”

Si interpreto bien a Jesùs en el versìculo 10, lo que èl dice es que hay una persona que envìa su mensajero delante de su interlocutor para que le prepare el camino a este ùltimo. Veamos pues, a Malaquìas, 3:1, que es la cita que hizo Jesùs, segùn los sacerdotes que hicieron el Nuevo Testamento: “El Señor todopoderoso dice: ‘Voy a enviar mi mensajero (Elìas, Malaquìas, 4:5, nota a.f.j.) para que me prepare el camino’.” Aquì no se habla de ningùn mensajero delante del enviado de la persona que manda. Aquì, es delante del mismo Jehovà que va el mensajero preparando el camino, sin hacer menciòn de tercera persona alguna. Ahora bien, si se quiere aducir que Jehovà y su hijo son una y la misma persona, entonces tendremos que exigirle a Jesùs la misma lìnea de comportamiento. Y si aceptàramos la igualdad Jesùs-Jehovà, todo adquirirìa un matiz mucho màs complicado, porque Jesùs, despuès de establecer que “les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, no se le quitarà a la Ley ni un punto ni una letra, hasta que todo llegue a su cumplimiento (se refiere al fin del mundo, nota a.f.j.)” (Mateo, 5:18), y que “es màs fàcil que el cielo y la tierra dejen de existir, que deje de cumplirse una sola letra de la Ley (posiciòn que difiere de la de Mateo, 5:18, pues al contrario de este, deja abierta la posibilidad de que la Ley no se cumpla)” (Lucas, 16:17), procede con el màs proverbial irrespeto a echar por tierra los principios màs preciados dictados por el mismo Jehovà, quien instituyò hasta la pena de muerte para quien los violara, y que al mismo tiempo jamàs se hubiese imaginado a sì mismo diciendo que “les aseguro que los que cobran impuestos para Roma (la capa màs despreciable de la sociedad judìa, nota a.f.j.), y las prostitutas, entraràn antes que ustedes en el reino de los cielos.” (Mateo, 21:31). Jehovà jamàs se imaginò, conociendo tan perfectamente el futuro, que darìa un cambio tan dràstico a escasos mil trescientos años (fecha supuesta aproximada desde el tiempo de Moisès, hasta Jesuscristo). Peor aùn, Malaquìas, tan solo 500 años antes de la era comùn (a.e.c.), cita a Jehovà diciendo: “Yo soy el Señor, no he cambiado.” (Malaquìas, 3:6). Y todavìa tan cerca de la era de Jesùs-Jehovà, le dice a los israelitas: “Acuèrdense de la ley que le di a mi siervo Moisès en el monte Horeb. Eran preceptos y mandatos que todo Israel debìa obedecer! (Malaquìas, 4:4) Y para que nadie ose cambiar lo que dijo: “Dios no es como los mortales; no miente ni cambia de opiniòn.” (Nùmeros, 23:19).

II

Los Romanos y el Sanedrin Resistieron la Venida de Jesùs

Ahora bien, trocando en alucinaciòn nuestro entendimiento, aceptemos que Jesùs (Jehovà) es a quien prepara el camino el mensajero enviado por Jehovà (Jesùs). De ser asì, quien viene detràs del mensajero deberìa responder al caràcter esbozado en el libro de Malaquìas. Veamos:

Malaquìas, 3:2: “¿Pero quièn podrà resistir el dia de su venida? ¿Quièn podrà entonces permanecer en pie? Pues llegarà como un fuego para purificarnos; serà como un jabòn que quitarà nuestras manchas.” Este terrible poder Jesùs-Jehoviano, de corregir vicios conductuales y desòrdenes emocionales, se manifestò de manera pàlida en el Israel de la època, y no solamente fue resistido sino que al final Jesùs-Jehovà fue sumariamente ejecutado en la cruz del patìbulo romano y por razones que nada tenìan que ver con la actitud de ningùn santo pacifista, sino por agitar al pueblo judìo a la insurrecciòn popular por su libertad y su independencia. De no ser esto asì, este “santòn” no hubiese sido asesinado en la cruz, pues morir en la misma era la forma en que el imperio romano ejecutaba la pena de muerte contra los que incitaban al pueblo a la sediciòn y la rebeliòn. Y èl estaba plenamente consciente de esto cuando en Lucas, 14:27, dice a sus seguidores: “Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discìpulo.” Es como si Manolo Tavàrez en su momento dijera a quienes lo seguìan: “El que vaya conmigo a las Manaclas sepa que debe estar dispueto a morir.” En esa època la cruz no era sìmbolo del cristianismo, sino del riesgo de muerte en que caìa todo aquel que osara levantarse contra el poder romano, lecciòn aprendida por los judìos de la manera màs brutal, pues al levantamiento jerusalemita del año 66 e.c. (era comùn) siguiò la crucifixiòn de tantos miles de judìos que los bosques alrededor de Jerusalèn fueron arrasados. “El que no toma su cruz y me sigue, no merece ser mio” (Mateo, 10:38), fue el grito de guerra de este mesìas del siglo I e.c. “La cruz era un instrumento de tortura, al parecer de origen persa, que los romanos usaban para infligir la pena de muerte... Por medio de esta imagen Jesùs prepara a sus discìpulos para enfrentarse a la muerte” (comentario Biblia de Estudio a Mateo, 10:38).

III

Jesucristo no Purificò los sacerdotes

Malaquìas, 3:3-4: “El Señor se sentarà a purificar a los sacerdotes, los descendientes de Levì, como quien purifica la plata y el oro en el fuego. Despuès ellos podràn presentar su ofrenda al Señor, tal como deben hacerlo. El Señor se alegrarà entonces de la ofrenda de Judà y Jerusalèn, igual que se alegraba de ella en otros tiempos.” Jesùs-Jehovà no purifica ningùn sacerdote descendiente de Levì, ni ningùn sacerdote, y màs bien lo que hace la mayorìa es enfrentarlo de manera abierta. Ejemplos hay varios en los evangelios, siendo el màs sobresaliente su condena ante Caifàs (quien ya no era sumo sacerdote, si Jesùs muriò despuès de Juan) en el Sanedrìn. Y, puesto que no llevò a cabo la purificaciòn de los sacerdotes, lamentablemente tampoco pudo alegrarse de las ofrendas.

IV

Jesucristo no fue Testigo contra el adulterio

Malaquìas, 3:5: “Serè testigo contra... los que cometen adulterio.” Actitud en diametral oposiciòn a la de “Yo tampoco te condeno” de Jesùs-Jehovà en el episodio de la mujer adùltera en Juan, 8:3-1. Pero aquì podemos excusar al Hijo del Hombre, pues hacia el año 30 e.c. la lapidaciòn por adulterio habìa sido abolida como ley. Este relato de Juan solo puede explicarse mediante el hecho de que el escritor de este evangelio no viviò en la època de referencia, y escribe solo de oidas, agregando por demàs una mitologìa que no corresponde en absoluto al personaje que tratamos, y que ni siquiera a los evangelistas o al creativo Pablo se les ocurriò. Un dios creando a travès de otro dios lo encontramos en la mitologìa religiosa del antiguo Egipto, donde Temu (Atùm, Tomos en griego, Tomàs en español) crea el universo a travès Thot, el “dios palabra” (el “verbo”, el “logo”), que dice Juan dizque que se hizo carne. Lo que el dios creador imaginaba solo se realizaba en el momento en que esta imaginaciòn era traducida a palabras por el dios Thot o Tut, que los semitas convirtieron en Dwd, que es como aparece en hebreo el nombre de David, lo que ciertamente da que pensar.

V

Jesùs no fue Testigo contra los que Oprimen a los Trabajadores

Malaquìas, 3:5: “Serè testigo contra... los que oprimen a los trabajadores.” Contrario a esta posiciòn, el barbarazo de Jesùs-Jehovà dice quesi te obligan a llevar carga una milla, llèvala dos” (Mateo, 5:41), o sea que si el patròn te obliga a trabajar (queda implìcito que sin el pago justo, puesto que en ese caso no hablarìa Jesùs de obligar), tu debes trabajar el doble de lo que èl te pida. De modo que este “teòrico” de la clase patronal (en su tiempo, del amo esclavista) pide que la clase trabajadora se someta al doble de explotaciòn establecido por sus explotadores.

VI

Jesùs se apartò de los Preceptos de Jehovà

Jehovà-Jesùs se queja (Malaquìas, 3:7) de que “ustedes se han apartado de mis preceptos, como se apartaron sus antepasados, y no han querido obedecerlos”. Aquel cuya sangre “lavò mi ser” enseñò a sus seguidores a romper con ellos, asì mismo “como se apartaron sus antepasados”. Asì que Malaquìas, 3:7 constituye un acta de acusaciòn contra el que “naciò en Belèn y muriò en la cruz”. Mientras “el Padre” toma en prèstamo una de las leyes del còdigo dado por el dios Shamash al rey Hamurabì de Babilonia (1790-1750? a.e.c.) (mucho antes de que los judìos asomaran la cabeza por los predios de la historia), para establecer que “el que cause daño a alguno de su pueblo tendrà que sufrir el mismo daño que hizo: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente” (Levìtico, 24:19-20), el “hijo unigènito”, desautorizando en forma flagrante a su “papà” dice: “Ustedes han oìdo que se dijo: ‘ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo les digo: no resistas al que te haga algùn mal; al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrècele tambièn la otra” (Mateo, 5:38-39), mandato que es solo pose para la foto, amenazando con negar “delante de mi padre que està en el cielo” “al que me niegue delante de los hombres” (Mateo, 10:33), aplicando aquì la ley del taliòn que ya habìa derogado con el impràctico mandato de “la otra mejilla”. A este Hèrcules de la violaciòn del còdigo mosaico lo embarga tanto desprecio (o tanta vergÜenza) que ni siquiera menciona al que empeñò su nombre para el prèstamo de la citada ley. Pero para tranquilidad de sus prosèlitos modernos, no hay ni sombra de que la cita de Mateo haya salido de la boca de un fanatizado mesìas

Lucay en el Atlas de Cresques de 1375

Estela donde se hallan grabadas las 282 leyes del Código de Hammurabi. En la parte superior el rey Hammurabi (en pie) recibe las leyes de manos del dios Shamash. La estela fue encontrada en Susa, a donde fue llevada como botín de guerra en el año 1200 a. C. por el rey de Elam Shutruk-Nakhunte. Actualmente se conserva en el Museo del Louvre (París).(El de Hammurabi recibiendo las leyes del dios Shamash, es el mismo cuento que el de Moisès recibiendo las leyes del dios Jehovà, nota a.f.j.)

hebreo. En el siglo I a.e.c. (antes de la era comùn), y hasta el II e.c., un lìder polìtico podìa declararse ‘mesìas’ sòlo a condiciòn de que enfrentara al imperio por medios decididamente violentos, y de ninguna manera poniendo “la otra mejilla”. Esta lastimosa idea brota del basurero ideològico puesto a punto por el escuadròn de intelectuales al servicio de los inetereses del imperio romano, para consumo de los pueblos sometidos a las brutales botas imperiales. La ley del taliòn (contenida en el còdigo de Hammurabì), asumida por los sectores dominantes de la sociedad hebrea, suaviza su aplicaciòn cuando se trata del baròn esclavista. Este concepto podemos verificarlo en Exodo, 21:26, donde el mismo dios declara que “si alguien golpea en el ojo a su esclavo o esclava, y lo deja tuerto, tendrà que darle la libertad a cambio de su ojo.” O sea, que el ojo de su dueño no serà tocado, por lo que la ley del taliòn queda sin efecto. Si el esclavo era hebreo (Exodo, 21:2), y vino al amo sin esposa, y el amo le cede una, y procrea hijos, el esclavo se irà solo y tuerto para la calle (Exodo, 21:4), sin fuente de trabajo, sin esposa y sin hijos, porque estos pertenecen al amo (Exodo, 21:4), quien de seguro se estarìa riendo con la ùltima muela de atrà’. Ahora, “si el esclavo no acepta su libertad porque ama a su mujer, a sus hijos y a su amo (¡?, a.f.j.), entonces el amo lo llevarà ante Dios (¡?, a.f.j.), lo arrimarà a la puerta o al marco de la puerta, y con un punzòn le atravezarà la oreja. Asì serà esclavo suyo para siempre.” (Exodo, 21:5-6). En este ùltimo caso, el dios de los esclavistas judìos impone el rigor de un “punzonazo” al esclavo, quien se queda , ademàs de tuerto, con un tremendo hoyo en la oreja y esclavizado hasta el mismo dìa de su muerte. El segundo ejemplo lo encontramos en Exodo, 21:20-21: “Si alguien golpea con un palo a su esclavo o esclava, y lo mata, deberà hacèrsele pagar su crimen (no dice que hay que matarlo a èl tambien, a.f.j.). Pero si vive un dìa o màs, ya no se le castigarà, pues el esclavo es de su propiedad.” ¿En què quedamos entonces con “amaos los unos a los otros”, o el imposible “amar al pròjimo como a sì mismo”? En Gènesis, 9:6, Yavè dice que “si alguien mata a un hombre, otro hombre lo matarà a èl.” En un acàpite secreto de esta ley, de seguro Jehovà escribiò que la misma no es aplicable al amo. Este no està sometido a la ley del taliòn, pues èl mismo apadrinò su inclusiòn en el còdigo judìo. Sè que hay desgracias mayores, pero estas alcanzan niveles de barbarie, irònicamente generadas por un dios que es todo... “amor”.

Es ùtil recordar que esta ley, asì como todas las leyes “dictadas” por Jehovà-Jesùs a su creador Moisès, son leyes racistas, elaboradas a partir de la creencia de que la suya es una etnia superior a las demàs. Es cierto que Exodo, 21:2 dice que, “si compras un esclavo hebreo, trabajarà durante seis años, pero al sèptimo año quedarà libre, sin que tenga que pagar nada por su libertad”, pero esto es una trampa de quienes “hicieron” la ley, para esclavizar a quien le diera su gana, ya que Levìtico, 25:44 es meridianamente claro: “Si quieres tener esclavos o esclavas, còmpralos de las otras naciones que te rodean. Tambièn puedes comprar a la gente extranjera que vive entre ustedes, y a los hijos que les nazcan mientras estèn en el paìs de ustedes; a ellos pueden compralos en propiedad y dejarlos como herencia a sus hijos cuando ustedes mueran; siempre podràn servirse de ellos. Pero ninguno de ustedes, los israelitas, deben dominar ni tratar con crueldad a sus hermanos de raza.” Con esto vemos tambièn que lo dicho en Exodo, 21:2, es un privilegio de esclavos hebreos del que nunca disfrutaron los esclavos de otras naciones. Aquì estamos muy lejos de “amar al pròjimo como a sì mismo”. Y mas bien al contrario, estamos ante un “dios” racista, a quien nunca se le ocurriò que nosotros, los “negritos come yuca” de una lejana isla que èl no tuvo el gusto de conocer, podrìamos tener un asiento en el teatro donde es presentada la obra de su sistema de salvaciòn. La hipocresìa y el engaño son la lìnea de conducta predilecta en los dioses cristianos, si no, jùzguese por lo siguiente: en el capìtulo 20 de Exodo, Jehovà-Jesùs enumera los mandamientos que entrega a Moisès en las tablas de piedra y que debìan ser inviolables. Pero en Ezequiel, 20:25, este mismo “gran” dios se destapa con una confesiòn poco comùn: “Y hasta lleguè a imponerles leyes que no eran buenas y mandamientos con los que no podìan encontrar la vida.” De su propia boca, no de sus detractores, sabemos ya que Jehovà al igual que Jesùs, que segùn los cristianos del siglo cuarto en adelante es èl mismo, es un dios mentiroso y nada confiable.

VII

Mandato de Jesucristo para la Destrucciòn del Mundo

Jehovà-Jesùs se queja con amargura de que no le dan dinero ni le hacen regalos para èl poder comer: “¿En què te hemos defraudado? ¡En los diezmos y en las ofrendas me han defraudado.” (Malaquìas, 3:8) “Traigan su diezmo al tesoro del templo, y asì habrà alimentos en mi casa. Pònganme a prueba en eso, a ver si no les abro las ventanas del cielo para vaciar sobre ustedes la màs rica bendiciòn.” (Malaquìas, 3:10). Un dios “todopoderoso” mendigando “chelitos” haciendo promesas estùpidas. Dizque hizo el universo, ¿y necesita limosnas para poder comer? Es èl mismo quien lo declara: “asì abrà alimentos en mi casa.” Revisè los cuatro evangelios buscando esta amargura como sufrimiento de Jesùs-Jehovà, y no la encontrè por ninguna parte. La cuestiòn financiera no era su preocupaciòn. Por el contrario, Jesùs-Jehovà enseñò: “No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo.” (Mateo, 6:25); “Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos.” (Mateo, 6:32). Con esto ùltimo acusa a Jehovà-Jesùs de ser un autèntico dios pagano, lo que equivaldrìa a acusarse a sì mismo, siempre que cedamos veracidad a esta quimèrica igualdad “divina”.

En este mismo capìtulo de Mateo, Jesùs-Jehovà hace una comparaciòn cuya enseñanza, de ser adoptada por sus seguidores, significarìa el caos y consecuente desapariciòn de la sociedad tal como la conocemos hoy. En el versìculo 26, este absurdo “creador” del universo dice increiblemente lo siguiente: “Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el padre de ustedes que està en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen màs que las

Acechando la muerte



En 1994, el genial fotógrafo documentalista sudanés Kevin Carter ganó el premio Pulitzer de fotoperiodismo con una fotografía tomada en la región de Ayod (una pequeña aldea en Sudan), que recorrió el mundo entero. En la imagen puede verse la figura esquelética de una pequeña niña, totalmente desnutrida, recostándose sobre la tierra, agotada por el hambre, y a punto de morir, mientras que en un segundo plano, la figura negra expectante de un buitre se encuentra acechando y esperando el momento preciso de la muerte de la niña. Cuatro meses después, abrumado por la culpa y conducido por una fuerte dependencia a las drogas, Kevin Carter se quitó la vida.

aves!” Que le pregunten a los famèlicos moribundos por inaniciòn en el Africa negra. Es sobradamente claro que el dios que hace esta afirmaciòn, no es el dios de la desgraciada niña de la foto. No es a esa niña a quien el sanguinario dios esclavista judìo le da de comer, sino a las aves, en este caso al buitre que espera a que su banquete estè listo. “¡Y ustedes valen màs que las aves!”, es la aseveracion de un dios hipòcrita, pues en la fotografìa quien vale màs no es el ser humano, sino el ave; quien come no es la niña, sino el depredador carroñero. El dios de referencia no se conmueve ante la desgracia de los seres humanos, y podemos asegurar que Kevin Carter, el fotògrafo de la gràfica, mostrò infinitamente màs sensibilidad humana que todos y cada uno de los dioses cristianos, desde el dios principal, Jehovà, pasando por el llamado Hijo del Hombre y el inùtil Espìritu Santo, hasta los àngeles màs insignificantes, pues abrumado por la carga emocional que conlleva un espectàculo como el captado en la foto, optò erròneamente por suicidarse.

VIII

Los “Cristianos” no son Cristianos

Siempre he establecido que los “cristianos” no son cristianos, ya que solo cumplen de manera eclèctica los mandatos del dios objeto de su culto. Un ejemplo patètico es Lucas, 6:29: “Si alguien te quita la capa, dale tambièn tu camisa.” No hay un solo “cristiano” que practique este disparate. Si un ladròn entra a tu casa y te roba el televisor, ¿debes llamarlo para que tambièn se lleve tu nevera? ¡Absurdo! Si el hombre no sembrara ni cocechara ni guardara la cocecha en los graneros, como enseña Jesucristo, la sociedad moderna sufrirìa un colapso, y regresar a la edad de piedra serìa cuestiòn de tiempo. Serìa interesante ver còmo la General Motors, British Petroleum, Sony, Mitsubishi, etc., desarrollarìan sus negocios sin plan ni proyecciòn alguna. La misma vida del individuo, sin plan de ahorro y sin metas claras, es la receta perfecta para el caos y el fracaso.

Dato curioso es que el “Hijo del Hombre” llama a sus interlocutores hijos de Jehovà (Mateo, 6:26). ¿En què quedamos, Jesucristo es hijo unigènito o hay màs hijos? Despuès de analizar la mitològicamente abigarrada religiòn cristiana, podemos colegir que ni lo uno ni lo otro, pues Jehovà y Jesucristo no son màs que los ùltimos dioses de la mitologìa que han entrado ya en su face de agonìa final, cuyos estertores se sienten en todo el continente americano, disfrasados de “avivamiento” cristiano.

En el versìculo 27, el vehìculo mediante el cual “se llega al padre” dice que “En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿còmo podrà prolongar su vida ni siquiera una hora?” Jesucristo ni siquiera se imaginaba el enorme avance de la ciencia del siglo XXI. Partìa de las magras posibilidades de los remedios coetàneos, y ni por sospecha podìa concluir que con una dieta sana y ejercicios cotidianos, ademàs del uso de la tecnologìa mèdica y los medicamentos inventados por la ciencia, no por los dioses cristianos, a sus acòlitos les era posible añadir tiempo a su esperanza de vida. En la època que abordamos , la espectativa de vida no iba màs allà de los 30 o 40 años. Un dios con el poder de dar vida eterna a sus seguidores, podìa por lo menos, hacer retroceder este lìmite para que los apòstoles tuvieran màs tiempo de divulgar “su mensaje”. Tuvo que ser la ciencia junto a la tecnologìa moderna, la encargada de empujar las fronteras de la permanencia de la vida individual del hombre sobre el planeta, a regiones insospechadas, mientras los dioses cristianos, observando el juego desde los “blìchers”, se limitan solo a prometer una aburrida “vida eterna” de alabanzas al dios jefe, alimento de su megalomanìa, o a amenazar al “pecador” con la calurosa residencia del opositor eterno y aparentemente inderrotable.

IX

Jesucristo no Quemò a los Malvados

En Malaquìas (transcripciòn de la palabra malajì que significa mi mensajero), Jehovà-Jesùs dice que cuando èl venga detràs de su mensajero “todos los orgullosos y malvados arderàn como paja en una hoguera” (4:1), y que “en ese dìa que estoy preparando, ustedes pisotearàn a los malvados como si fueran polvo.” Nada de esto sucediò cuando llegò Jesùs-Jehovà, y por el contrario, la misma Jerusalèn desapareciò bajo el peso de la bota de las huestes legionarias de Tito. Màs que Jesùs-Jehovà, pudo Judas Macabeo en el siglo II a.e.c., ya que mientras el primero solo dirigiò un pequeño movimiento insurreccional, terminando ràpidamente ejecutado en la cruz romana, Judas encabezò un exitoso levantamiento independentista contra las hordas selèucidas. “Era el tercer hijo del sacerdote Matatías, que con su familia, fue el centro y alma de la revuelta patriótica y religiosa de los judíos contra los reyes seléucidas de Siria.

Judas fue designado por su agonizante padre, como el nuevo líder de la banda de soldados guerrilleros rebelados contra Antíoco IV Epífanes en el año 167 adC, y permaneció en mandato hasta el 161 adC. Estaba animado con una gran fe en lo que él creía era el apoyo de Dios, por la bondad de la causa. Comenzó sus operaciones militares atacando y quemando muchos pueblos que se habían manifestado en favor de los enemigos de Israel, y cuando fuerzas armadas regulares fueron enviadas para poner fin a su acoso, no dudó en enfrentarlas en el campo (II Macabeos, 8:1-7).

Demostró varias veces que era un excelente táctico y un guerrero intrépido. Entre sus hazañas militares se mencionan la derrota y muerte de Apolonio, saqueador de Jerusalén, y la derrota de las fuerzas sirias, conducidas por el delegado gobernador Serón, en un encuentro en Bethoron (I Macabeos, 3:10-24). Otros líderes sirios que también fueron vencidos por Judas, fueron los visires Gorgias, Nicanor, Timoteo, Bachides y Lysias.” (Enciclopedia Catòlica). Para derrotar a sus enemigos, este hèroe judìo no puso “la otra mejilla”, como de seguro no la hubiese puesto Jesùs-Jehovà si hubiese puesto a arder “como paja en una hoguera” a “todos los orgullosos y malvados” de Malaquìas, 4:1.

X

Jesùs no Hizo que Padres e Hijos se Reconciliaran

Malaquìas, 4:6: “Y èl (Elìas, nota a.f.j.) harà que padres e hijos se reconcilien. De lo contrario vendrè y castigarè su paìs, destruyèndolo por completo.” Ni Juan (Elìas, segùn Jesùs-Jehovà) ni el supuesto hijo de Dios lograron este objetivo. Y este ùltimo por el contrario, vino “a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra; de modo que los enemigos de cada cual seràn sus propios parientes” (Mateo, 10:35-36). Ya esto sucediò en el siglo VIII a.e.c., segùn el “profeta” Miqueas (7:6), por lo que este “dios” no harìa mas que repetir la dosis. Aquì habrìa que preguntar si algùn ciudadano en sus cabales seguirìa a un supuesto dios que tenga como objetivo destruir la familia como asegura “El” mismo en la confesiòn citada. Y “no crean que yo he venido a traer paz al mundo; no he venido a traer paz, sino guerra” (Mateo, 10:34), manifestaciòn que respalda el criterio dicho màs arriba, de que el mesìas no era un santo redentor de almas “perdidas”, sino un jefe guerrillero antimperialista. Cabrìa preguntar ademàs ¿què pasarìa con los que ya dieron su dinero y regalos al hambriento “dios” para que haya “alimentos en mi casa” (Malaquìas, 3:10)? A esto se argÜirà con Santiago, 2:10 que “si una persona obedece toda la ley, pero falla en un solo mandato, resulta culpable frente a todos los mandatos de la ley.” Pero sucede que Jehovà-Jesùs no pone condiciòn alguna para “purificarnos” ni quitar “nuestras manchas” (Malaquìas, 3:2). Mas si la persona que “falla en un solo mandato” es culpable ante todos los mandatos de la ley, es que tiene su asiento en el autobùs de la excursiòn para el “lago de fuego”, como debe tenerlo Jesùs-Jehovà por no cumplir, y llamar a no cumplir, el mandamiento del sàbado, entre otros, tan importante para su “progenitor”: “Deben respetar mis sàbados, porque esa es la señal entre ustedes y yo atravès de los siglos, para que se sepa que yo, el Señor, los he escogido a ustedes, y deberàn respetarlo. El que no respete ese dìa serà condenado a muerte... Cualquiera que trabaje en el sàbado serà condenado a muerte. Asì que los israelitas han de respetar la pràctica de reposar en el sàbado como una alianza eterna atravès de los siglos.” (Exodo, 31:13-16).

Se podrà decir que Jesùs es Jehovà, y puede cambiar la ley cuando le paresca, pero este criterio no se sustenta por solidez propia, ya que “Dios no es como los mortales: no miente ni cambia de opiniòn” (Nùmeros, 23:19). Y en caso de que cambie de opiniòn, concederìa ser tan humano como el màs vulgar de los mortales. Aunque tampoco podemos fiarnos de Nùmeros, 23:19, porque Jonàs tiene una opiniòn diferente en el capitulo 4, versìculo 2: “Anuncias un castigo y luego te arrepientes”, opiniòn que apoya I Samuel, 15:11, cuando cita a Jehovà-Jesùs diciendo: “Me pesa haber hecho rey a Saul”, lo mismo que Gènesis, 6:7, donde Jehovà se arrepiente de haber “creado” al ser humano: “Me pesa haberlos hecho.” Pero para colmo de desconcierto, pareciera ser que este “dios” sigue Nùmeros, 23:19 cuando se trata de pueblos dèbiles, y Jonàs, 4:2 cuando es una naciòn poderosa la que està en juego. “Por lo tanto, ve y atàcalos; destrùyelos con todas sus posesiones, y no les tengas compasiòn. Mata hombres y mujeres, niños y recièn nacidos.” Esta es la orden de extermino del empobrecido pueblo de Amalec que da Jehovà-Jesùs al rey Saul en I Samuel, 15:3. A este rey se le ocurriò traer como prisionero a Agag, rey de Amalec (I Samuel, 15:20), y “la tropa se quedò con ovejas y toros, lo mejor de lo que estaba destinado a la destrucciòn, para sacrificarlo en honor del Señor tu Dios (de Samuel, nota a.f.j.) en Guilgal.” (I samuel, 15:21). La respuesta de Samuel a los hechos de Saul es: “¿Porquè desobedeciste sus òrdenes..., actuando mal a los ojos del Señor?” (I Samuel, 15:19), “y como tu has rechazado sus mandatos, ahora èl te rechaza como rey” (I Samuel, 15:23). Señores, oigan bien, el sanguinario dios israelita rechaza como rey a Saul porque, aunque matò a “tùtiri mundati” en el pueblo de Amalec, ¡¡dejò viva una persona y parte del ganado!! Por un momento imagìnense la devastaciòn, cadàveres de hombres y mujeres, cuerpos desmembrados de niños y recièn nacidos por todas partes, sangre cubrièndo calles y paredes, un cuadro verdaderamente dantesco. Nada de esto logra estremecer el cimiento emocional de esta bestia, elevada desorbitadamente de rango por la imaginerìa judìa y cristiana. Su sed de muerte no fue saciada con tan sangrienta matanza, muestra brutalmente clara de que el mandamiento de “no mataràs” no alcanza validez universal, sino dentro del estrecho corral del autoproclamado “pueblo de Dios”. Aunque dèjenme decirles una cosa, cuando a este “divino espìritu creador” se le “monta” el conde Dràcula, lo mismo le da que sea un pueblo extranjero, como su propio pueblo “elegido” el prado de su guadaña. Cuando Moisès bajò de la loma del Sinaì con las tablas que contenìan el còdigo legal por el que se regirìa la sociedad judìa, viò el becerro de oro que exigiò el pueblo, y que hizo Aaron (Exodo, 32:24) el hermano de Moisès. Este montò en ira, y llamò a los que estaban de su lado. “Entonces Moisès les dijo: -Asì dice el Señor, el Dios de Israel: ‘Tome cada uno de ustedes la espada, regresen al campamento, y vayan de puerta en puerta matando cada uno de ustedes a su hermano, amigo o vecino’. Los levitas cumplieron las òrdenes de Moisès, y ese dìa murieron como tres mil hombres. Entonces Moisès dijo: - Hoy reciben ustedes plena autoridad ante el Señor, por haberse opuesto (lèase “matar”, nota a.f.j.) unos a su hijo y otros a su hermano. Asì que el Señor los bendice (por ¡matar a su propio hijo y a su propio hermano!, nota a.f.j.)..” (Exodo, 32:27-29). Aquì sì son idènticos Jehovà-Jesùs y Jesùs-Jehovà, pues como señalamos màs arriba Jesùs-Jehovà vino a este mundo “a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra; de modo que los enemigos de cada cual seràn sus propios parientes” (Mateo, 10:35-36). Lo màs bonito de todo esto es que el que hizo el “jodìo” becerro, Aaron, no recibiò ningùn castigo.

En el caso de Amalec, Jehovà-Jesùs no se arrepintiò. Fue consecuente con su postulado evacuado en Exodo, 23:19. Sin embargo, la historia cambiò cuando la ciudad a destruir fue Nìnive, la capital del poderoso imperio asirio, el mismo que destruyò Samaria, y eliminò o deportò toda su poblaciòn israelita, reemplazàndola por colonos asirios. De aquì las lamentadas tribus perdidas de Israel, por las que su dios no pudo hacer absolutamente nada. Con Nìnive funcionò el arrepentimiento, el que Jehovà-Jesùs justifica diciendo: “Tu no sembraste la mata de ricino, ni la hiciste crecer; en una noche naciò, y a la otra se muriò. Sin embargo le tienes compasiòn. Pues con mayor razòn debo yo tener compasiòn de Nìnive, esa gran ciudad donde hay ciento veinte mil niños inocentes y muchos animales” (Jonàs, 4:11). Los ciento veinte mil niños asirios son inocentes, pero los miles de niños lactantes amalecitas son culpables (¡?) y habìa que aniquilarlos. No puedo màs que pensar que Jehovà-Jesùs temiò las duras represalias del implacable y rapaz imperio asirio, y temblò ante la posibilidad de que Judà fuera aplastada por el peso del ejèrcito asirio, mucho màs poderoso que los ejèrcitos de Jehovà-Jesùs. Visualicen mentalmente a un pueblecito como Las Matas de Farfàn amenazando al tenebroso imperio Yankee: “Anda, vete a la gran ciudad de Nìnive (lèase Nueva York) y anuncia que voy a destruirla, porque hasta mi ha llegado la noticia de su maldad” (Jonàs, 1:2). Moverìa a risa el predicador matero yendo por las avenidas Broadway y Saint Nicholas “predicando” la ridìcula decisiòn de las “imponentes” fuerzas armadas de Las Matas de Farfàn. Amigos mìos, es la misma relaciòn. Una aldea depauperada amenaza con destruir el imperio. La garza le tira a la escopeta.

Jonàs dice que “los habitantes de la ciudad, grandes y pequeños, creyeron en Dios (Jehovà-Jesùs, nota a.f.j.)” (Jonàs, 3:5). Parece que los tres dìas en la barriga del “enorme pez” (Jonàs, 1:17) lo volvieron loco, porque la historia solo es testigo del dios guerrero Ashur, como dios principal de los asiros, y de Shamash, dios de la justicia, entre otros dioses, pero de ningùn modo de Yavè, que es una poco original creaciòn judìa con material canaanita.

XI

Jehovà y Jesùs no Conocen el Futuro.

Una ùltima pregunta, pero no menos vàlida: si estos dos dioses son conocedores del futuro, pues son sus creadores, ¿còmo es que en el citado versìculo de Malaquìas, el “dios padre” dice: “de lo contrario”? Si èl manda a Elìas para “que padres e hijos se reconcilien”, se supone que èl està seguro de lo que va a suceder; èl es el dios omnisciente, nada escapa a su conocimiento, ni pasado, ni futuro, ni presente, absolutamente nada. Sè que la respuesta es el mismo cuento de siempre: “es que èl le da al hombre libre albedrìo”. Pero es que, una de dos: o el hombre tiene carta blanca para construir su propio porvenir como le venga en ganas, en cuyo caso el dios no tiene manera de conocer el futuro de nadie, o el dios conoce lo que le va a suceder a cada uno, por lo que este programa individual tiene existencia real, y si el dios judìo hizo todo lo que existe, èl es el origen de todo lo que el ser humano haga, malo o bueno. “La palabra de Dios” avala este critero, ya que Amòs, 3:6 dice: “Si algo malo pasa en la ciudad es porque el Señor lo ha mandado”, secundado por Isaìas, 45:7: “Yo creo la luz y la oscuridad, produzco el bienestar y la desgracia. Yo el Señor, hago todas estas cosas.” A confesiòn de parte relevo de pruebas. Tambièn a Satanàs lo creò, estando bien consciente de todo el “lìo” que este “dios rabù” iba a hacer en la tierra. Y si no conocìa el futuro “delincuentazo” que serìa el àngel Satanàs, ese ineficiente dios judìo debe por lo menos pagar las consecuencias de su experimento fallido, no el hombre, que nada tiene que ver con esta absurda “creaciòn”.

XII

¿Juan Como Testigo?

El engañado cristiano echarà mano de Juan, 1:32-34, como argumento estelar en favor de Jesùs-Jehovà, donde el bautista aparece como testigo de que dicho “dios” era aquel que habrìa de venir detràs de èl: “He visto al Espìritu Santo bajar del cielo como una paloma y reposar sobre èl. Yo todavìa no sabìa quien era; pero el que me enviò a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que el Espìritu baja y reposa, es el que bautiza con Espiritu Santo’. Yo ya lo he visto, y soy testigo de que es el Hijo de Dios.” Que el bautista dijo esto es dudoso, partiendo de la informaciòn que da Pablo en Hechos, 19:2: “‘¿Recibieron ustedes el Espìritu Santo cuando se hicieron creyentes?’ (pregunta Pablo a los cristianos de Efeso, nota a.f.j.) Ellos le contestaron: ‘Ni siquiera habìamos oìdo hablar del Espìritu Santo’.” Si el supuesto Elìas mensajero hubiese sido protagonista del descenso “divino” sobre el Hijo del Hombre (si es el “hijo del hombre”, no puede ser el hijo de un dios; aunque los evangelios mantienen bien oculto de què hombre se trata; ¿cuàl serà el misterio?), todos sus seguidores hubiesen conocido este hito històrico, siendo la piedra angular de su sistema de creencias. Por otra parte, si yo hubiese estado en las sandalias de Juan el bautista cuando èl oyò lo que oyò y viò lo que viò, ni siquiera una sombra de la màs nimia duda sobre el caràcter de Jesùs-Jehovà me hubiese asaltado jamàs. Jehovà-Jesùs me hablò, y yo lo vi con los ojos que tengo puestos en la cara. No existe ni la màs estrecha brecha que permita a la vacilaciòn màs insignificante su paso a mi conciencia. Solo la repeticiòn constante de la tosuda realidad de los hechos podrìa hacerme vacilar, como en efecto vacilò Juan cuando estaba en prisiòn: “Entonces enviò (Juan, nota a.f.j.) a algunos de sus seguidores a que le preguntaran (a Jesùs, nota a.f.j.) si èl era de veras el que habìa de venir, o si debìan esperar otro.” (Mateo, 11:2-3). Y esta decisiòn la toma Juan cuando “tuvo noticias de lo que Cristo estaba haciendo” (Mateo, 11:2), muestra de que Jesùs-Jehovà no cumplìa con las tareas acordadas.

Para terminar, y aunque Jesùs-Jehovà dijo que “Juan es el profeta Elìas que habìa de venir” (Mateo, 11:14), permìtaseme señalar que el bautista tampoco creìa ser Elias, si hemos de creer su propia confesiòn a los sacerdotes que lo interpelan: “ ‘¿Qièn eres pues? ¿El profeta Elìas?’ Juan dijo: ‘No lo soy’. Ellos insistieron: ‘Entonces, ¿eres el profeta que ha de venir?’. Contestò: ‘No’.” (Juan, 1:21). Y que no digan los cristianos que contestò de esta manera por temor, pues fue el mismo Jehovà-Jesùs quien lo enviò y le diò su apoyo irrestricto, y “si Dios està con nosotros, ¿quièn contra nosotros?”.

Y si Juan no es Elìas, y puesto que Jesùs no tiene el caràcter de quien Malaquìas dijo que vendrìa detràs del mensajero, este no ha llegado, ni Jesùs tampoco es Jehovà.

Amaury Fernàndez Jorge

Santo Domingo, 28 Set. 2007


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Mis Notas Sobre Job

MIS NOTAS SOBRE JOB

¿Sabía usted que los antiguos judíos y su dios Jehová no creían en la vida eterna? ¿Es Jesús el hijo unigénito de Jehová? Eva (la mujer), ¿culpable de todos nuestros males?



AMAURY FERNANDEZ JORGE

INTRODUCCION

Este es el primero de una serie de trabajos, que como lo dice el título, son solo notas, no obras de investigación exhaustiva, sobre cada uno de los libros de la Biblia. Para las citas, he preferido mantenerlo simple, y basarme casi exclusivamente en la Biblia de Estudio Dios Habla Hoy (en este ensayo citamos también la Biblia Versión Popular), y para próximos trabajos, igualmente la Biblia de Jerusalén, como fuentes confiables para los cristianos, pues es el objeto del presente trabajo llegar al mayor número posible de creyentes. Con respecto de este libro, la mencionada Biblia dice que “no contiene indicaciones sobre su autor, ni sobre la época en que fue redactado… Algunos indicios hacen pensar asimismo que la obra pasó por varias etapas antes de recibir su forma definitiva hacia el siglo V a.c. Es notoria, por ejemplo, la diferencia entre los relatos en prosa y las secciones poéticas, y esto permite suponer que el autor utilizó un relato muy antiguo como marco para expresar su propio pensamiento.”

Un autor toma una obra ya existente, le imprime su propio punto de vista, y es el resultado de esta fusión lo que se remonta al estrellato, y se convierte en “la santa palabra de Dios.” ¡Ah, divina magia!

I

JEHOVA, ¿TODOPODEROSO Y AL MISMO TIEMPO BENEVOLENTE?



1:9-12 Aquí, increíblemente, el “gran” dios Jehová acepta el desafío de uno de sus hijos, “el ángel acusador”, quien pondría a prueba a Job.

1:7 y 2:2 El ángel acusador dice: “He andado la tierra de un lado a otro.” Recién en el Apocalipsis es cuando Satanás “y sus ángeles fueron lanzados a la tierra” (12:9). Sin embargo, aquí el ángel acusador, que los cristianos dicen que es Satanás, ya ‘taba jalto’ de andar en la tierra ‘pa’rribi pa’bajo’. Aunque habría que preguntarle a Juan, el del Apocalipsis que, si al final de los tiempos es cuando Satanás será lanzado a la tierra, ¿quién fue que hizo pecar a Adán y Eva? Pues si ya tenía la condición de ángel malo en el principio de los tiempos, ¿cómo es que Jehová permitió que siguiera viviendo en su reino, y que cometiera el “catastrófico atentado” contra la humanidad, de hacer que la desgraciada Eva se comiera una manzana? Y Satanás está en la corte celestial en este mismo momento, si damos crédito a Apocalipsis, 12:10: “Entonces oí una fuerte voz en el cielo, que decía: ‘Ya llegó la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Mesías; porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios’.” Esto sucederá en el “final de los tiempos”, pero mientras tanto, Satanás es el acusador de los hombres “delante de nuestro Dios”, o sea que ahora, en este preciso instante, Satanás se pasea como perro por su casa, desempeñándose como acusador de oficio, labor que evidentemente cumple por orden de su egregio jefe Jehová, hasta que termine la existencia del universo, hecho que según este mismo libro de Apocalipsis, sucedería en el mismo tiempo en que fué escrito: “Porque ya se acerca el tiempo”, (Apocalipsis, 1:3); “Vengo pronto”, dice Jesucristo, en Apocalipsis, 3:11; “El ángel me dijo: ‘Estas palabras son verdaderas y dignas de confianza. El Señor, el mismo Dios que inspira a los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos lo que pronto ha de suceder’ ” (Apocalipsis, 22:6); “Vengo pronto” (Apocalipsis, 22:7); y por último, para remachar: “Sí, vengo pronto, y traigo el premio que voy a dar a cada uno conforme a lo que haya hecho” (Apocalipsis, 22:12). “Marana Tha” (ven Señor) era la rogativa de los primeros cristianos, porque esperaban por minutos la venida de Jesucristo, que los dejó a todos “con el moño hecho”. El libro de las Revelaciones fue escrito hacia el final del siglo primero de la era común. De modo que hace alrededor de mil 900 años , y todavía seguimos esperando el fin del mundo. ¡A la verdad que los cristianos son gente paciente!

Si la culebra era Satanás, ¿cómo es que no lo derrumba en ese momento del paraíso para acá abajo, y solo se limita a condenar al satánico ofidio a arrastrarse? Lo que de paso resulta curioso porque esto implicaría que la culebra se desplazaba erguida, hecho muy poco probable. Imagínese una culebra que le pase a usted por el lado dando brinquitos. Además, ¿cómo condenar una especie eternamente por el hecho de que “Satanás” usó uno de sus individuos en provecho propio? ¿Qué tienen que ver las demás culebras con su pariente del paraiso? “El espìritu malo”, como experimento fallido, es obligaciòn de Jehovà y no del hombre, quien ha sido condenado a asumir las consecuencias de tan monumental metida de pata. Pies y cabeza son elementos que no logro detectar en este relato, pues para poner la tapa al pomo, Jehová no castiga al “demonius culebrensis”, el principal protagonista, hecho que podría explicarse por una de dos razones: o Jehová le tenía miedo, o esta síntesis del mal en forma de reptil trabajaba bajo sus órdenes al objeto de cumplir sus planes en contra de la humanidad. Otra explicación no expone sus contornos ante nuestra vista.

Ahora bien, si la tentación de Eva, el supuesto Satanás la lleva a cabo en contra de la voluntad de Jehová, éste no es todopoderoso; si lo hizo con su permiso, Jehová es entonces partidario del pecado. Sobre esta contradicción traeré aquí el discernimiento de Winwood Reade, en su libro El Martirio de un Hombre, de 1872, donde redimensiona el planteamiento de Epícuro de Samos (siglos IV-III a.e.c.): “Se dice que el creador es omnipotente, y también que es benévolo. Pero una proposición contradice la otra. O el pecado entró en el mundo contra la voluntad del creador, en cuyo caso él no es omnipotente, o entró con su permiso, en cuyo caso él es su agente (o sea, Jehová es agente del pecado, nota a.f.j.) en cuyo caso él selecciona el pecado, en cuyo caso él tiene preferencia por el pecado, en cuyo caso él es aficionado al pecado, en cuyo caso él es pecador. Está claro que los sentimientos del creado -el hombre- no fueron de ningún modo considerados. Si de hecho hubiese un día del juicio, sería para que el hombre apareciese en el estrado no como criminal, sino como acusador. ¿Qué ha hecho él -el hombre- para que deba ser sometido a una vida de tortura y tentación? Dios pudo habernos hecho a todos felices, y nos ha hecho a todos miserables. ¿Es eso benevolencia? Dios pudo habernos hecho a todos puros, y nos ha hecho a todos pecadores. ¿Es esa la perfección de la moralidad? Si yo creyera en la existencia de este dios creado por el hombre, de este divino Nabucodonosor (Hitler, a.f.j.), yo dijera: ‘Puedes hacerme vivir en tu mundo, ¡oh creador!, pero no puedes hacerme admirarlo; puedes cargarme de cadenas, pero no puedes hacerme alabarte; puedes mandarme al fuego del infierno, pero no puedes obtener mi estima. Y si me condenas, te condenas a tí mismo. Si yo he cometido pecados, tú los inventaste, lo que es peor. Si el reloj que tu has hecho no funciona bien, ¿de quién es la culpa? ¿Es racional condenar las piezas del reloj?’.”



II

EVA (LA MUJER), ¿CAUSANTE DE TODOS LOS MALES DE LA HUMANIDAD?

En otro orden, es de justicia posar mis manos sobre la oportunidad y asir fuerte, al objeto de clarificar las razones que tuvo Jehová (el hombre) para organizar el futuro de Eva (la mujer), de manera que ella resultara ser el vehículo de todo mal en “la bolítel mundo.” El dominio de la sociedad estuvo en manos de la mujer (matriarcado) desde tiempos de los cuales no tenemos memoria viva, debido a que era ella quien daba el niño a la luz del mundo, el bien más preciado, y era quien permanecía en el asentamiento cuando el hombre iba de casería durante meses, resolviendo todos los asuntos administrativos y sociales, lo que le permitió ser la creadora de la agricultura, arma liberadora sin la cual la humanidad no hubiese alcanzado el estado de desarrollo que hoy ostenta. En vez de pecado, Eva hace a la humanidad el aporte más importante.

Y como dadora de vida fue convertida en diosa, atestiguado este hecho por todas las estatuillas de diosas que han sido encontradas, con datación calculada entre veintiocho y treinta mil años, lo que no ocurre con las deidades masculinas, pues estatuillas de dioses solo se encuentran con muchísimo menos antiguedad, y Jehová no aparece sino hasta hace muy poco tiempo, entre quinientos y mil años antes de la era común (a.e.c.), después que habían visto la luz de la cultura religiosa antigua dioses como Sat, Asar, el ungido, el cristo, palabra creada en el período ptolomeico hacia el 280 a.e.c. en Alejandría a partir de “karest” y el sufijo griego “us”, de donde sale “krestus”, o sea “cristo”, el ungido, nombre del dios Asar en su forma de momia que simbolizaba la salvación y la vida eterna en el antiguo Egipto, cuatro mil años antes de Jesucristo, de quien en este sentido, este último no es más que una copia; Ra, cuyo símbolo, el obelisco, lo vemos por todo el mundo; Amén, a quien judíos y cristianos aún recuerdan, cuando sus oraciones las terminan con su nombre, que aunque en hebreo significa “que así sea”, no es una palabra hebrea, sino egipcia, y quiere decir “el oculto”, dios que Jesucristo pretende ser cuando en Apocalipsis, 3:14, hace decir a su enviado: “Esto dice el Amen”, refiriéndose por supuesto, a su “divina” persona; Marduk, dios babilónico; Ashur, dios asirio; El, dios supremo de los canaanitas; Horus, antiquísimo dios solar egipcio, dueño del monte donde Jehová se revela a Moisés por primera vez, pues el nombre Horeb significa “corazón de Horus”, y mal haría Jehová en llamar el lugar donde habita con el nombre de otro dios, por lo que se infiere que el supuesto dios todopoderoso tomò en alquiler el citado monte de su colega egipcio; Sin, que dió su nombre al desierto y monte de Sinaí (conocido también como monte Horeb), lo que significa “mi Señor”, refiriéndose, no a Jehová, sino al dios Sin, principal dios de Ur, ciudad conquistada por los caldeos (neobabilonios) hacia el 600 a.e.c., lo que despierta curiosidad, pues según la Torá, Abrahám salió de “Ur de los caldeos” (Génesis,11:31), alrededor del 1700 a.e.c. de acuerdo con los especialistas, lo que pone al hermano (Gènesis, 20:12) y esposo de Sarah a salir de “Ur de los caldeos” 1100 años antes de que esta ciudad cayera en manos caldeas, lo que sería igual que Enriquillo, en vez de Quisqueya o la Hispaniola, hubiese nacido y vivido en Repùblica Dominicana. Pero además los mismos caldeos no existían, surgieron alrededor del 800 a.e.c.; y si Abraham realmente salió de “Ur de los caldeos”, no pudo ser el primer israelita, pues estos ya habían regresado de Egipto (de acuerdo a los más recientes descubrimientos arqueológicos e históricos, los hebreos nunca estuvieron en este país), David ya había unido los reinos del sur y el norte con base en Jerusalén, Salomón (junto con David, reyezuelos locales a lo sumo, de ningún modo reyes de un gran imperio) ya había hecho alarde de “su” sabiduría, y todos los profetas predestierro ya habían dicho sus “profecías”, por lo que podríamos dar por seguro que ninguno de los antes mencionados pudo haber hablado una palabra sobre Abrahám. Todos estos dioses son de relativa reciente formación.

Así podemos ver que lo primero que conoció la humanidad como deidad fue diosas hembras, no dioses machos. Jehová es un recién llegado. Antes de que a este pintoresco dios se le ocurriera la “creación” del hombre hace unos tres mil años a lo sumo, ya hacía decenas de miles de años que la mujer era la creadora de la vida humana sobre el planeta tierra, condición que le es arrebatada hace algunos cinco o seis mil años cuando fue derrotada por el hombre con la entrada en escena del patriarcado, momento en que el hombre se adueña de ganado, tierra y esclavos, y hecha a andar la rueda de la explotación del hombre por el hombre, y crea a su dios a su imagen y su semejanza, siendo todo esto el verdadero ducto mediante el cual fueron vaciadas las simientes de toda la basura que corroe el espíritu de la humanidad.

Si el dios macho había de prevalecer, era menester desacreditar la diosa, haciéndola culpable de todas nuestras desgracias, actitud que permeó toda la cultura antigua, al extremo de denigrarla a poco menos que basura, concepto elevado a nivel de dogma en la ideología paulina, cuando el inventor del cristianismo dijo que “La mujer debe escuchar la instrucción en silencio, con toda sumisión; y no permito que la mujer enseñe en público ni domine al hombre. Quiero que permanezca callada” (I Timoteo, 2:11-12); y que “Las mujeres deben guardar silencio en las reuniones de la iglesia, porque no les está permitido hablar. Deben estar sometidas a sus esposos, como manda la ley. Si quieren saber algo, pregúntenlo a sus esposos en casa; porque no está bien que una mujer hable en las reuniones de la iglesia” (I Corintios, 14:34-35); y que “El hombre no debe cubrirse la cabeza porque él es imagen de Dios y refleja la gloria de Dios. Pero la mujer refleja la gloria del hombre” (I Corintios, 11:7). Suerte que la mujer moderna se le “zapatió” a estos disparates de Pablo, porque de lo contrario, el motor del desarrollo estaría trabajando solo a media capacidad. Y digamos con Fourier, que podemos medir el grado de liberación de la sociedad por el grado de liberación de la mujer.

Para cerrar este paréntesis, permítaseme hacerlo en forma gloriosa, a la manera de un verdadero dios macho. Según la Torá (los cinco supuestos libros de Moisés), Jehovà dice que “si la hija de un sacerdote se rebaja y se convierte en prostituta, deshonra a su padre y deberà ser quemada viva.”( En Levìtico, 21:9).
Judà se sirve de la prostituciòn de manera natural, y para èl no hay castigo alguno. (Gènesis, 38: 15-23) En otra càpsula perlina el dios judìo dice que si la recién casada era denunciada por su esposo con respecto de que no era virgen antes de casarse (¡gran cosa!), y se comprueba: “La sacarán a las puertas de la casa de su padre y los hombres de la ciudad la matarán a pedradas, por cometer una maldad tan grande en Israel y deshonrar la casa de su padre. Así acabarán con el mal que haya en medio de ustedes.” (Deuteronomio, 22:21).

El hombre podía acostarse con “ochocientas mujeres” antes de casarse, y no había que acabar “con el mal que haya en medio de ustedes”. ¡Señores! ¡Matar una niña a pedradas por carecer de hímen!

El hombre, creador del esclavismo, de los dioses machos, y de estas barbaridades.

III

SATANAS, PLAGIO CUMBRE DEL CRISTIANISMO.

Este epítome del mal, esta “poderosa” testa multi-milenaria, en su forma màs elemental tiene su origen en los cuentos religiosos del antiguo Egipto. Sat (Set, Sut o Sutekh), la versión primitiva del Satanás cristiano, cuyo nombre, unido a la palabra “an”, “resurrección”, forma “satán”, “Señor de la resurrección”, era el contrario del dios “bueno” Asar (Osiris para los conquistadores griegos) carácter con el que su nombre pasa al hebreo para significar el nombre común de “adversario”, “enemigo”, “opositor”; dios que los hyksos, después de salir derrotados de Egipto hacia el 1580 a.e.c., llevan a Canaán como Sutekh, variando a Sudekh o Sedekh, cuyo sacerdote Melquisedek bautiza a Abraham en el nombre de El-Elyon (el dios altísimo, Génesis, 14: 18-20), uno de los dos títulos principales del dios El, el más importante de los dioses canaanitas, recordado por los cristianos cuando llaman ‘El’ a su propio dios, siendo Sedekh el dios particular de los jebuseos en la ciudad de Jerusalén. A este respecto, la Biblia de Estudio, en nota a Génesis, 14:18 dice: “El nombre Melquisedek significaba originalmente [el dios] Sedek es rey (y no ‘rey de justicia’ o ‘rey de paz’, como dice Pablo en Hebreos, 7:2, nota a.f.j.). Sedek era uno de los dioses de Jerusalén, venerado por los jebuseos antes de la conquista de la ciudad por el rey David.” En la cuarta nota a Génesis, 14:18, la misma Biblia sostiene lo siguiente: “Dios altísimo: en hebreo, El-Elyon. Según parece, El-Elyon era el dios supremo de los habitantes de la Jerusalén preisraelita.” De modo que dondequiera que en la Biblia leemos ‘el altísimo’, en hebreo dice ‘El-Elyon’, y se refiere al dios El, no al dios Jehová. En Salmo 82 (81), 6-7, Jehová dice a los demás dioses de la asamblea: “Yo dije que ustedes son dioses; que todos son hijos de El-Elyon. Sin embargo morirán como todo hombre, ¡caerán como cualquier tirano!” Arremete contra los dioses de su mismo nivel, pero deja intacto a El-Elyon, el dios supremo, y no osa mostrarse superior a él, con lo que se reduce a sí mismo como dios, y desmiente su propia afirmación en Isaías, 41:4: “Yo, el Señor, el único Dios, el primero y el último.” Todo esto demuestra que Jehová no fue el dios original de Abraham, sino El-Elyon (o El Shadai, Génesis, 17:1, que significa ‘el Todopoderoso’, que era el otro de los dos títulos clásicos del dios El), de lo contrario, ¿cómo permite Abraham que lo bendigan en nombre de un dios que no era el suyo?

Basados en la información precedente, podemos colegir que el salmista de Salmo 110 ha metido al delincuente David en un gran lío, lo mismo que Pablo a Jesucristo, en su carta a los hebreos. Estos dos autores llaman al respectivo objeto de sus comentarios “sacerdote para siempre, de la misma clase que Melquisedek” (Salmo 110:4 y Hebreos, 6:20), lo que constituye una declaración realmente reveladora, pues nadie imaginaba que David podía ser el Mesías de Jehová y sacerdote de Satanás al mismo tiempo, incluso cuando este último aún no había alcanzado cristiana existencia, y por otro lado que Jesucristo, el Mesías de turno, se las ingeniaría para ser miembro activo de la trinidad cristiana y de manera concomitante dedicado monje satánico.

El cristianismo acogió en su “santo” seno a Satanás y lo convirtió en su proposición básica de venta. Sin la condenación al “fuego eterno” no hay temor a “la otra vida”; sin Satanás no hay conversos. Se jodió el negocio.

2:3 “Tu me hiciste arruinarlo sin motivo alguno”;

2:6 “Está bien, has con él lo que quieras con tal de que respetes su vida”. Aquí Jehová es manipulado por Satanás, lo que implica una de dos posibilidades: que Lucifer tiene igual o más poder que él, o que Yavé siente una gran debilidad por este subalterno suyo.

He de reseñar de paso, que la palabra latina ‘lucifer’ significa ‘traedor de luz’, y se refiere al planeta Venus, que en una época del año es el ‘lucero de la mañana’ que precede a la salida del sol.

En Wickipedia podemos ver lo siguiente:Lucifer es un arquetipo que proviene de la mitología romana y cristiana.

El término proviene del latín lux (‘luz’) + fero (‘llevar’) ‘portador de luz’. En la mitología romana, Lucifer es el equivalente griego de Fósforo o Eósforo (Έωσφόρος) ‘el portador de la Aurora’.

Este concepto se mantuvo en la antigua astrología romana en la noción de la stella matutina (el lucero del alba) contrapuesto a la stella vespertina o el véspere (el lucero de la tarde o véspero), nombres éstos que remitían al planeta Venus, que según la época del año se puede ver cerca del horizonte antes del amanecer o después del atardecer.”

En Job, 38:32, Jehová le dice a Job: “¿Eres tú quien saca a su hora al lucero de la mañana?” No sé cual es la importancia de esto, pero como ya vimos, los antiguos romanos llamaban a este lucero Lucifer, nombre que se apropiaron los cristianos para designar su copia cumbre Satanás. Además, con esta función reclamada por “el dios de tus antepasados” (Exodo, 3:13), es rechazada de plano la esencia del credo niceno (concilio de Nicea, año 325 e.c.), la igualdad entre el Padre y el Hijo (recuérdese que la trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo, nace un poco más tarde en el siglo IV e.c.), pues en Apocalipsis (libro rechazado por los primeros cristianos), capítulo 22, versículo 16, Jesucristo dice muy orondo que él es “la estrella brillante de la mañana”, y para que el “lucero de la mañana” sea sacado, es necesario que quien lo saca sea diferente, no pueden estos dos elementos ser una y la misma naturaleza. Y si Satanás es representado por Lucifer, el traedor de luz o lucero de la mañana, un nuevo problema abre amenazante sus fauces, ya que si aceptamos con los cristianos que “el Hijo del Hombre” y Jehová son una y la misma cosa, debemos colegir que también Satán participa de la misma identidad, debido a que, como se establece más arriba, Jesucristo proclama ser Lucifer, o sea ‘La estrella brillante de la mañana’, creándose entonces la sospechosa trinidad Padre, Hijo y Satanás.

Nota de la Biblia de Estudio a Job 1:6 : “ ángel acusador, lit. ‘el satán’. Esta figura no tiene aún todas las características asignadas a Satanás en el Nuevo Testamento. Aquí no se trata de un ser demoníaco, rebelde contra Dios, sino de un ser celestial, que integra la corte del Señor y dialoga familiarmente con él, pero que trata de perjudicar a los seres humanos”.

Comentario Biblia Versión Popular en el glosario final: “La palabra hebrea ‘satán’, de donde se ha formado como nombre “Satanás”, significa ‘adversario’, ‘enemigo’, ‘opositor’. Y en el Antiguo Testamento se usa en ese sentido general de nombre común. En algunos casos este nombre puede tener un sentido judicial y designar una especie de fiscal o acusador de oficio. En Job, 2:1 aparece con este carácter y como uno de los servidores de Dios (literalmente ‘hijos de Dios’). En hebreo se le sigue designando como un nombre común, no propio: lleva el artículo determinado, es ‘el satán’. Por ello, en esta versión se traduce como ‘el ángel acusador’. Igual función acusadora, como la de un fiscal, tiene en Zacarías, 3:1, aunque ya en este pasaje recibe la reprensión divina. En I Crónicas, 21:1, ocurre sin el artículo, con lo que ‘satán’ adquiere carácter de nombre propio. Es interesante, sin embargo, notar que el autor de Crónicas lo identifica con la ‘ira del Señor’ (véase paralelo en II Samuel, 24:1, nota a.f.j.). En el judaísmo posterior, la figura de Satán adquiere un carácter ya bien definido: es el adversario de Dios que se opone a sus santos designios, y el supremo enemigo del hombre, al que trata de mantener bajo la esclavitud del pecado. Tal es el concepto que se haya en el Nuevo Testamento”.

La palabra Lucifer fue empleada por ‘san’ Jerònimo en la elaboraciòn de la Vulgata Latina (la biblia creada para sustituir la mirìada de biblias latinas que existìan en el siglo IV), para traducir el tèrmino hebreo helel (literalmente resplandeciente) de un texto de Isaìas en el que los “Padres de la iglesia” creìan encontrar ¡la descripciòn de la caìda de Satanàs! Hasta aquel entonces Lucifer era tan solo un dios menor de la mitologìa grecorromana, un hijo de la diosa Aurora que nada tenìa que ver con las tradiciones judìas o cristianas. Su condiciòn de descendiente de los dioses influyò en la elecciòn que realizò el sacerdote Jerònimo. Pero ¿què decìa en realidad el texto de Isaìas? Celebrando la derrota de su enemigo, el rey de Babilonia, Yavè dice jubiloso: “¡Còmo has caìdo del cielo, lucero del amanecer! Fuiste derribado por el suelo, tù que vencìas a las naciones. Pensabas para tus adentros: ‘Voy a subir hasta el cielo; voy a poner mi trono sobre las estrellas de Dios; voy a sentarme allà lejos en el norte, en el monte donde los dioses se reùnen. Subirè màs allà de las nubes màs altas; serè como el Altìsimo (la versiòn hebrea dice El Elyon, que como ya sabemos es uno de los tìtulos del dios El, el supremo dios canaanita, nota a.f.j.)’. Pero en realidad has bajado al reino de la muerte, a lo màs hondo del abismo.” (Isaìas, 14:12-15). La Vulgata, de donde Casiodoro de Reyna (1520-1594) hizo su “Biblia del oso”, corregida por Cipriano de Valera, quien la publica en 1602, ocultando el hecho de que el verdadero autor era Casiodoro de Reyna, usò la palabra Lucifer en la traducciòn de la primera frase. Las sucesivas versiones en lenguas vernàculas conservarìan sin traducir esa palabra latina: “Como caìste del cielo Lucifer.” Desde entonces, lucifer fue considerado un nombre propio. Habìa nacido la leyenda del angel caìdo en la mitologìa cristiana; el dios pagano de importancia secundaria resurgìa como uno de los cuatro principales dioses cristianos: Padre, Hijo, Espìritu Santo y Satanàs.

Tenemos entonces que Satanás, como rey de los infiernos, no alcanza su formación en el Pentateuco ni en los demás libros del denominado Antiguo Testamento, sino que su forma moderna logra ver la luz de la mitología religiosa solo con el advenimiento del cristianismo.

1:12 Nota Biblia de Estudio: “El ángel acusador (heb. Satán) no dispone de poder autónomo, sino que actúa dentro de los límites fijados por el Señor”.

En apoyo a este criterio, léase I Samuel, 16:23: “Así que cuando el espíritu maligno de parte de Dios atacaba a Saul, David tomaba el arpa y se ponía a tocar.” Y si Satanás actúa por obediencia a Jehová, no nos queda la menor duda de que la culebra que “engañó” a Eva actuaba bajo órdenes del “papá” de Jesucristo. Así que, si como dicen los cristianos “Dios tiene un plan para ti”, aquí lo tenía en contra de Eva, la mujer, y en contra de toda la humanidad por los siglos de los siglos. Amén.

IV


JESUCRISTO, ¿HIJO UNIGENITO DE JEHOVA?

Es interesante ver que en Job, 2:1 la traducción literal no es “servidores celestiales”, sino “hijos de Dios”, lo mismo que en Génesis, 6:1-2 vemos que “cuando los hombres comenzaron a poblar la tierra y tuvieron hijas, los hijos de Dios vieron que estas mujeres eran hermosas. Entonces escogieron entre todas ellas y se casaron con las que quisieron.” En Génesis, 1:6, Jehová dice: “Ahora hagamos al hombre a nuestra imagen.” O sea, que Jehová no hace al hombre él solo, sino que en esta obra participan también sus hijos (¿u otros dioses?). Extraño resulta entonces, que Juan diga en el versículo 14, capítulo 1 de su evangelio, que Jesús es el “hijo único” de Jehová, y además que a través de él todas las cosas fueron hechas (1:3), versión opuesta a la del primer libro del Pentateuco, donde Jehová aparece sólo “creando” el mundo, todo lo cual nos hace colocar a Juan en la categoría de mitómano capaz de crear un dios diferente del dios “creador” que nos presenta el Génesis. Debo acotar que en Génesis, 1:1: “En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra”, la palabra usada en hebreo para “Dios” es “Elohim”, cuyo significado es “dioses”, por lo que tenemos a Jehová junto a otros dioses “haciendo” el universo.

De esta manera podemos también entender a Génesis, 1:6. Pero si de hijos se trata, ¿en qué quedamos con los ángeles? ¿Son hijos de Jehová, o son hijos de algún otro dios? “No, que él los hizo a ellos, pero que no son sus hijos.” Esto sería lo mismo que decir que mi papá y mi mamá me hicieron, pero que no son mi papa y mi mamá.



V

4:7 “Piensa a ver si recuerdas un solo inocente que haya sido destruido”, dice Elifáz a Job. ¿¡Cómo que “a ver si recuerdas”!? Esto lo vemos a diario en todas partes.

4:8 “La experiencia me ha enseñado que los que enseñan crimen y maldad, cosechan lo que antes sembraron” (Elifáz). Los políticos dominicanos son un vivo ejemplo de lo contrario. Esta aseveración de Elifáz puede ser cierta solo a condición de que quien comete el crimen no esté en capacidad de controlar sus consecuencias. Los Estados Unidos están invadiendo países desde el siglo XIX, y siguen “tan campantes como Johnny Walker”.

4:9 “Dios en su furor, sopla sobre ellos (los criminales, nota a.f.j.) y los destruye por completo”. Esto es realidad y Elifáz tiene razón absoluta, siempre y cuando tengamos bien claro que este “descubrimiento” suyo solo adquiere ribetes de objetividad en los cuentos de adas, no en las calles y arena política de nuestro amado país.

4:18 “Ni aún sus servidores celestiales merecen toda su confianza”. Esto prueba que Yavé es paranóico, que sumado a su extremado delirio de grandeza, tenemos como resultado una deidad esquizofrénica. Y si no son dignos de confianza, es que tambièn ellos son experimentos fallidos, lo mismo que Satanàs, lo que nos puede servir de base sòlida para establecer que este dios no es en absoluto infalible.

5:7 “Es el hombre el que causa la desdicha” (Elifáz). O sea, ni es Jehová ni es Satanás. Ahora es el hombre. De todos modos, esto contradice a Amós, 3:6 “Si algo malo pasa en la ciudad, es porque el Señor lo ha mandado”. Lógicamente, porque es él “el hacedor de todo lo que existe”, sea malo o sea bueno.

5:18 “Si con su mano da el golpe, también da el alivio” (Elifáz). ¡Qué pendejo! Viene y me da un garrotazo, y después me trae una aspirina. ¿Para qué entonces golpearme? “Ah, eso es castigo por tus pecados”. Pero, ¿cómo va a castigarme por mis “pecados” si el supuesto dios del pecado es fruto de un ensayo que a èl le saliò mal, y es èl mismo quien debe pagar por ese error suyo. En otro sentido, él sabía desde que me creó, todo lo que yo iba a hacer durante toda mi vida. Se me dirá: “es que tu tienes libre albedrío”, y yo diré que este concepto no es compatible con el criterio de que “dios lo sabe todo”.

Si Jehová conoce el futuro, es harto evidente que este tiene existencia real; y si ese dios hizo todo lo que existe, es seguro que también hizo el futuro, o sea, todos y cada uno de mis actos están ya programados por el dios judío mucho antes de que mis ojos vean la luz. Si yo tengo libre albedrío, Jehová no conoce el futuro; y si esto último es a la inversa, este dios es culpable de todos los “pecados” que yo cometa en mi vida. Y como ya vimos, la entrada del “pecado” en el mundo obedeció a un plan de Jehová en contra de la humanidad llevado a cabo a través de la “culebra del paraíso.” De modo que Jehová me obliga a cometer pecado, y luego me castiga por ello. Esto es como si mi padre me mandase robar, y luego me denunciase a la policía.

- ¡Abran la puerta!
- Maat no está. (1)

5:19 “Una y otra vez te librará del peligro, y no dejará que el mal llegue a ti” (Elifáz). Pregúntenle a los judíos, que han cogí’o funda de todo el mundo en toda su historia, ellos, que fueron los creadores de este “grandioso” dios.

4:11 “Y sus hijos (los del malvado, nota a.f.j.) serán dispersados” (Elifáz). Esta acción se contrapone a Ezequiel, 18:20: “Ni el hijo ha de pagar por los pecados del padre ni el padre por los pecados del hijo”, y a Deuteronomio, 24:16: “Los padres no podrán ser

(1) Maat, antigua diosa egipcia de la justicia, representada por los griegos como una mujer con los ojos bendados y sosteniendo una balanza.

condenados a muerte por culpa de lo que hayan hecho sus hijos, ni los hijos por lo que hayan hecho sus padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado.”

Pero el que cree en Jehová, cree en cualquier cosa: “Yo soy Jehová tu Dios,… que castiga la maldad de los padres que me odian en sus hijos, nietos y biznietos” (Deuteronomio, 5:9); pero no conforme con esto, el “padre” de Jesucristo manda a decirnos a través de otro de sus “iluminados”: “Así, pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo” (Romanos, 5:12). O sea, que en este último caso, no es solamente los nietos y biznietos los afectados por los pecados del padre, sino ¡toda la humanidad!, y aquí, solo por una jodí’a manzana.

Ahora bien, si los hijos del malvado “serán dispersados”, como dice aquí Elifaz en Job 4:11, debemos concluir que el mismo Jehová es un malvado, pues en más de una ocasión “mi hijo mayor” (Exodo, 4:22) fue dispersado. Veamos: en el año 721 a.e.c., los isrelitas (los hebreos del norte, los que vivían en Samaria, que eran diferentes de los judíos, los hebreos de Judá, en el sur) fueron destruidos por los asirios, y los sobrevivientes deportados, y “mani nunca” se ha sabido de ellos, lo que es además, muestra del famélico poder de su dios; entre el 598 y 582 a.e.c., el rey Nabucodonosor los deportó a Babilonia, aunque en esta ocasión, si bien es cierto que se dió la invasión, no es menos cierto que la población deportada fue realmente exigua (cuatro mil 600 de Judá, de acuerdo a Jeremías, 52:30, y diez mil de Jerusalén, acorde con II Reyes, 24:14) en comparación con los más de dos millones de personas que “salieron” de Egipto, si tomamos en cuenta los “600 mil hombres de a pie en edad militar”, Exodo, 12:37, unido a un padre, una madre, un hijo y una esposa, y no podríamos hablar de deportación, en esta situación; el año 70 de la era común (e.c.), Jerusalén fue destruída por las huestes del general Tito, posterior emperador romano, y sus habitantes deportados como esclavos, quienes fueron numerados según la ley imperante en el momento (solo esclavos y soldados eran numerados), sirviendo esto de base al creativo autor del Apoclipsis para decir que: “Además, hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, les pusieran una marca en la mano derecha o en la frente. Y nadie podía comprar ni vender, si no tenía la marca o el nombre del monstruo (el emperador romano, a.f.j.), o el número de su nombre...(no podìan comprar ni vender porque al ser tomados prisioneros fueron convertidos en esclavos y numerados de acuerdo a las leyes vigentes, nota a.f.j.) Ese número es el 666” (Apocalipsis, 13:16-18), que según los entendidos, corresponde al nombre del emperador Nerón, quien persiguió a los cristianos por haber incendiado Roma. Por último, cuando es aplastada la rebelión de Bar Kokhba por el emperador romano Adriano, en el 135 e.c., los judíos fueron enviados a unas largas vacaciones hasta el siglo XX.

7:17 “Qué es el hombre que le das tanta importancia” (Job). Me imagino que la respuesta de Jehová a Job, debe ser: “Mi creador”.

Esa inquietud de Job está acorde con la observación de William Harwood: “Un dios cuya principal preocupación sea el hombre, no debe ser un dios muy importante”. Y debo añadir aquí, que no es ni siquiera el hombre en general, sino los judíos en particular.

7:17-21: “¿Qué es el hombre que le das tanta importancia? ¿Porqué te preocupas por él? ¿Porqué lo vigilas día tras día, y lo pones a prueba a cada instante? ¿Porqué no apartas tu vista de mí, y me dejas siquiera tragar saliva? Si peco, ¿qué perjuicio te causo, vigilante de los hombres? ¿Porqué me tomas por blanco de tus flechas? ¿Acaso soy alguna carga para ti? ¿No puedes perdonarme mi pecado? ¿No puedes perdonar el mal que he cometido? Pronto estaré tendido en el polvo: me buscarás, y ya no existiré” (Job). Demoledora queja contra YHWH, Yavé, Jehová, y según los cristianos, Jesucristo.

9:16 “Si yo lo llamara (a Yavé, a.f.j.) a juicio y él se presentara, no creo que hiciera caso de mis palabras”.

9:20 “Por más recto e intachable que yo fuera, él me declararía culpable y malo”. En estos dos versículos, 16 y 20, Job acusa a Yavé de injusto, y por demás, déspota.

9:21 “Yo soy inocente, pero poco importa”. ¡Claro que es inocente! Job no está pasando toda esta desgracia por haber cometido pecado, sino por una apuesta entre Jehová y el ángel acusador.

9:22 “Todo es lo mismo. Y esto es lo que pienso: que él destruye lo mismo a culpables que inocentes”. (Job)

9:23 “Si en un desastre muere gente inocente, Dios se ríe de su desesperación”. (Job) Sadismo “divino”.

9:24 “Deja el mundo en manos de los malvados, y a los jueces les venda los ojos. Y si no ha sido Dios, ¿quién, entonces?” (Job)

9:32-35 “Yo no puedo encararme con Dios como con otro hombre, ni decirle que vayamos los dos a un tribunal. ¡Ojalá entre nosotros hubiera un juez que tuviera autoridad sobre los dos, que impidiera que Dios me siga castigando y me siga llenando de terror! Entonces yo hablaría sin tenerle miedo, pues no creo haberle faltado”. Job le reconoce a Jehová poder, pero no justicia.

10:20 “Ya que mi vida es corta, ¡déjame en paz!”. Si Job hubiese sido dominicano, al final hubiese dicho: ¡coñazo!

11:6 “El te enseñaría los secretos de la sabiduría, que son muy difíciles de entender. Así verás que Dios no te ha castigado tanto como mereces.” Lo que Sofar no sabía es que este castigo a Job es el producto de una apuesta que hacen Jehová y el ángel acusador.

12:6 “Los bandidos tienen paz en sus hogares, los que ofenden a Dios viven tranquilos.” (Job)


13:3 “Prefiero discutir con el todopoderoso.” (Job)

13:15 “Aunque él me mate, me mantendré firme, con tal de presentarle mi defensa cara a cara.” Job ya le perdió el miedo a Yavé.



VI

NI JEHOVA NI LOS ANTIGUOS HEBREOS CREIAN EN LA VIDA ETERNA

14:12 “Pero mientras el cielo exista, el hombre no se levantará de su tumba.” (Job) Como no hay manera de que el cielo deje de existir, tampoco habrá forma de levantar al hombre de su tumba. A continuación, algunos ejemplos que demuestran que los judíos no creían en la vida eterna: Salmo 6:5 (6): “Nadie que esté muerto puede acordarse de ti; ¿quién podrá alabarte en el sepulcro?”; Salmo 88: 10(11) -12(13): “Acaso harás milagros por los muertos? ¿Acaso podrán los muertos darte gracias? ¿Acaso se hablará de tu verdad y de tu amor en el sepulcro, en el reino de la muerte? En las sombras de la muerte, donde todo se olvida, ¿habrá quien reconozca tu rectitud y maravillas?”; Salmo 115 (113 b):17-18: “Los que ya han muerto, no pueden alabar al Señor, pero nosotros lo alabaremos ahora y siempre. ¡Aleluya!”; Isaías, 38:18-19: “Quienes están en el sepulcro no pueden alabarte, los muertos no pueden darte gloria, los que bajan a la fosa no pueden esperar tu fidelidad. Solo los que viven pueden alabarte como hoy lo hago yo”; Eclesiastés, 19:21: “En realidad, hombres y animales tienen el mismo destino: unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos…, todos paran en el mismo lugar; del polvo fueron hechos todos y al polvo todos volverán. ¿Quién puede asegurar que el espíritu del hombre sube a las alturas de los cielos, y que el espíritu del animal baja a las profundidades de la tierra”; Eclesiastés, 9:3: “Y al fin de cuentas, ¡al cementerio!”; Eclesiastés, 9:5: “Pero los muertos ni saben nada ni ganan nada.” O sea, que no se gana ninguna gloria, aunque tenga o no, fe en Jesucristo; Eclesiastés, 9:10: “Porque en el sepulcro, que es donde irás a parar, no se hace nada ni se piensa nada, ni hay conocimiento ni sabiduría.” Veamos algunos ejemplos de la cosecha del propio libro de Job: 3:17-19: “En la tumba tiene fin la agitación de los malvados, y los cansados alcanzan su reposo; allí encuentran paz los prisioneros, y dejan de escuchar los gritos del capataz”; 7:9-10: “Como nube que pasa y se deshace, así es el que baja al sepulcro: jamás regresa de allí”; 7:21: “Pronto estaré tendido en el polvo: me buscarás, y ya no existiré”; 34:14-15: “Si les quita a los hombres el aliento de vida, ellos mueren por igual y otra vez vuelven al polvo”; 14:10: “En cambio el hombre muere sin remedio; y al morir, ¿a dónde va?”; en Job, 36:11-12 se dice el mismo disparate de que si eres “bueno”, larga vida, y si eres “malo”, muerte antes de tiempo, pero nada de vida eterna. En Isaías, 1:19, Jehová dice que “si aceptan ser obedientes, comerán de lo mejor que produce la tierra”; y en Isaías, 65:13: “Mis servidores tendrán de comer, pero ustedes sufrirán hambre; ellos tendrán de beber, pero ustedes sufrirán sed.” Como premio a los seguidores del creador de Adan y Eva, la vida eterna aún no asoma; tendrá que esperar al advenimiento del cristianismo. Jehová nunca ofrece vida eterna porque él mismo no creía en esta importación macabeo-cristiana. Tan buena oportunidad para hablar de la vida eterna, y ni por asomo se hace menciòn. Con respecto de Job, 14:12, la Biblia de Estudio dice que “la esperanza de una vida más allá de la muerte no aparece en Israel sino más tarde. Al principio surge la idea de una vida nueva con Dios.” Ejemplo de esto último lo encontramos en Salmo 16 (15):10: “Todo mi ser vivirá confiadamente, pues no me dejarás en el sepulcro, ¡no abandonarás en la fosa a tu amigo fiel!” Pero aún aquí, no se habla de manera abierta de resurrección, mucho menos de vida eterna. “La formulación explícita de la esperanza en la resurrección aparece solo en los libros tardíos del Antiguo Testamento, Daniel y II de Macabeos” (nota Biblia de Estudio a II Macabeos,7:9). Pero en II Macabeos la esperanza en la vida eterna aparece de manera clara: “Tú, criminal, nos quitas la vida presente. Pero el Rey del mundo nos resucitará a una vida eterna a nosotros que morimos por sus leyes” (7:9). Sobre la fecha de composición de Daniel y Macabeos, veamos el comentario de la Biblia de Estudio: “En lo que respecta a la fecha de composición del libro de Daniel, las opiniones están divididas. Algunos piensan que fue redactado durante el exilio en Babilonia, y otros, en la época de los macabeos (siglo II a.e.c., a.f.j.). A favor de esta segunda fecha están las referencias bastante evidentes a la persecución del rey Antíoco IV Epífanes. Más aún: el libro alude repetidamente a la profanación del templo de Jerusalén por parte de este monarca helenista, y a la consiguiente persecución de los israelitas (judìos, pues los israelitas fueron exterminados por los asirios en el siglo octavo a.e.c., nota a.f.j.) (9:27; 11:30-35). Pero estas claras alusiones contrastan de manera notable con la vaga referencia a su muerte (11:45) acaecida en el año 164 a.c. Esto hace pensar que la redacción definitiva del libro se llevó a cabo poco antes de la muerte de Antíoco IV, es decir, hacia el año 165 a.c. El Apocalipsis de Daniel fue escrito para su propio tiempo.” No para el siglo XXI. “El segundo libro de los Macabeos…va aproximadamente desde el 180 a.c. hasta el 160 a.c.” O sea, que es en el siglo II a.e.c. que nace en el judaismo el concepto de vida eterna. Todo el que murió en los ochocientos años precedentes se perdió el “regalo” de la vida eterna de los cristianos, que no encuentra eco en el Antiguo Testamento, pues solo se refiere a ella II de Macabeos, que es un libro deuterocanónico, no aceptado universalmente.





VII

Job, 14:19 Jehová destruye la esperanza del hombre: “Así como el agua desgasta la piedra y las lluvias arrastran el polvo del suelo, así destruyes tú la esperanza del hombre.”

15:15 Un dios paranóico: “Si ni aún los ángeles merecen toda su confianza, si ni siquiera el cielo es puro a sus ojos.” (Elifaz)

15:20-35 “La vida del hombre malvado es corta y llena de tormentos.” El resto es lo mismo, que dizque el malo pasa trabajo. Palabrerío vacío. Son precisamente los malos los que mejor viven. En 16:3, Job responde a Elifaz: “¿Es que no hay fin para las palabras huecas?” También Eclesiastés contradice a Elifaz: “Todo esto he visto…: hombres buenos que mueren a pesar de su bondad, y malvados que a pesar de su maldad viven muchos años.” (Eclesiatés,7:15). “Al fin y al cabo a todos les espera lo mismo: al justo y al injusto, al bueno y al malo, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece; lo mismo al bueno que al pecador, al que hace juramentos y al que no los hace. Esto es lo malo de todo lo que pasa en este mundo: que a todos les espera lo mismo…Y al fin de cuentas, ¡al cementerio!” (Eclesiatés,9:2-3) Eclesiastés y Job están en lo mismo: cero mejor vida para el bueno.

Job, 16:8 Jehová levanta falsos testimonios contra Job: “Contra mi ha presentado acusaciones falsas.”

23:13 “Cuando él decide realizar algo, lo realiza; nada le hace cambiar de parecer.” Jonás tiene una opinión contraria: “Es tanto tu amor que anuncias un castigo y luego te arrepientes.”(4:2) ¿A quién le creo, a Job o a Jonás?

28:13 “El hombre no sabe lo que ella vale ni la encuentra en este mundo.” Este es Sofar refiriéndose a la sabiduría. Si no estuviera en este mundo, no tendría ningún valor para el hombre. Así que no habría que preocuparse por ella. Pero es el mismo Sofar que en Job, 11:6 dice “El te enseñaría los secretos de la sabiduría, que son muy difíciles de entender.” Si yo aprendo los secretos de la sabiduría, aunque sean difíciles de entender, no hay dudas de que ella está en este mundo.

33:19 “Elihu dice: ‘otras veces Dios corrige al hombre con enfermedades’.” ¡Coño! ¡Qué manera de corregir! Pero, por suerte, esas correcciones son cada vez más controladas por el hombre, para lo que no ha necesitado la ayuda de Jehová o su “hijo”. Otro nicho del que este dios está siendo desalojado irremediablemente.

Pero, a propósito de Elihu, citemos una vez más la Biblia de Estudio: “Otro elemento que parece haber sido añadido más tarde son los discursos de Elihu. Este personaje se presenta en forma inesperada, y su intervención introduce un largo suspenso entre la respuesta de Dios y las palabras de Job en 31:35-40. Por otra parte, no se menciona a Elihu al comienzo, cuando aparecen los otros tres amigos, ni tampoco al final, cuando se vuelven a citar los nombres de Elifaz, Bildad y Sofar (42:9).” Es Jehová quien menciona estos tres nombres. El mismo Jehová no se dio cuenta que Elihu estaba ahí.

33:23-25 Habla Elihu: “Pero si hay cerca de él un ángel, uno entre mil que hable en su favor y dé testimonio de su rectitud, que le tenga compasión, y diga a Dios: ‘líbralo de la muerte, pues he encontrado su rescate’, entonces su cuerpo recobrará la salud y volverá a ser como en su juventud.” Esto reduce el poder del dios judío, pues lo ponen a depender de un intermediario para conocer la realidad de un acusado.

34:7 De Job dice Elihu: “Se burla de Dios como quien bebe agua.”

34:11 “El (Yavé, nota a.f.j.) paga a cada uno según sus obras.” Signica esto, entonces, que Job era un bandido, pues el pago que le dio su dios corresponde a un delincuente de los más bajos fondos de Capotillo. Dice además Elihu: “Le gusta juntarse con los malvados, andar con la gente mala” (Job, 34:8) El inocente Elihu ignora, igual que los otros amigos de Job, que este castigo sucede por una burda apuesta entre Jehová y el ángel acusador.

34:18 “Si los reyes y los nobles son malvados, Dios no duda en echárselo en cara.” A los malvados solo se lo echa en cara, pero a Job lo castiga, haciendo apuestas estúpidas con el ángel acusador. Como quiera que sea, no he visto cuándo le ha echado en cara a Busch su invasión de Iraq y Afganistán. Por el contrario, este presidente se cree predestinado por él.

En la primera invasión de Iraq, en el 1991, siendo presidente Busch padre, los fundamentalistas (evangélicos pentecostales) realizaron un video donde “demostraban” que con este país se cumpliría una “profecía” del Antiguo Testamento, que establece que Babilonia, la actual Iraq, sería destruída y en su territorio no quedaría piedra sobre piedra. Además de que la sasonada “profecía” falló largo a largo, pues Iraq (Babilonia) todavía sigue en pié después de dos invasiones yankees, Jehová no le ha echado nada en cara ni a Busch padre ni a Busch hijo.

VIII

JEHOVA CREIA QUEL EL “CIELO” ERA UNA ESFERA SOLIDA QUE CUBRIA LA TIERRA

37:18 “¿Puedes tú ayudar a Dios a extender el cielo y dejarlo firme como una hoja de metal?” (Habla Elihu). Elihu y su dios daban por sentado que lo que ellos llamaban “cielo” era algo como una lámina de metal cuya función era servir de muro de contención para lo que ellos estaban convencidos era un imenso mar, y que hoy sabemos es espacio sideral. Equivocado Elihu, equivocado su dios.

Hagamos una pequeña parada en el concepto “cielo”, expresado aquí. En Génesis, 1:6-8, el autor asegura que: “Después Dios dijo: ‘Que haya una bóveda que separe las aguas, para que estas queden separadas.’ Y así fue. Dios hizo una bóveda que separó las aguas: una parte de ellas quedó debajo de la bóveda, y otra parte quedó arriba. A la bóveda la llamó ‘cielo.’ De este modo se completó el segundo día.” Comentario Biblia de estudio: “La palabra hebrea traducida por ‘bóveda’ designa algo sólido y resistente, como una lámina de metal batido a golpes de martillo. Esta idea está de acuerdo con la visión del mundo que se tenía antiguamente, según la cual el universo era una estructura compuesta de tres niveles: el cielo, la tierra, y el mundo subterráneo. A la tierra se la imaginaba como una superficie plana; el cielo era concebido como una bóveda, cúpula sólida o ‘firmamento’, sobre la que se apoyaba el inmenso depósito de agua u océano superior del que procedían las lluvias; y en el mundo subterráneo había un océano inmenso, sobre el que se asentaban los pilares que sostenían la tierra.” Los testigos de Jehová, basados en una traducción interesada de Isaías, 40:22, dicen que para Yavé la tierra era redonda, pero la palabra usada por Isaías en este versículo, Shamayim, es la misma palabra que usa Génesis, 1:7 ; Job, 37:18; Dt 4.17; 2 S 18.9; 1 Cr 21.16 para bóveda o firmamento. Los Testigos de Jehová la traducen como cículo de la tierra, y parten de esta traducción para “demostrar” que la Biblia establece que la tierra era redonda.

Este “profeta” no se refiere a la tierra con forma de círculo, sino a la esfera que según Jehová protegía la tierra del inmenso océano universal de donde, a convicción plena, el “santo, santo, santo” [Isaías, 6:3] hizo venir las aguas del diluvio (Gènesis, 7:11), y no hay en el resto de la Biblia sustento alguno para esta idea de los testigos. Que apunten pa’ otro la’o.

En Job, 38:6, Jehová dice que el planeta tierra tiene una piedra sobre la cual se apoya. Un niño de cuarto grado de primaria está mejor posicionado en astronomía que este “Señor de los ejércitos”. Génesis, 7:11-12: “Noé tenía entonces 600 años. Precisamente en ese día, se reventaron las fuentes del gran mar abajo, y se abrieron las compuertas del cielo arriba.” El dios judío hizo venir el diluvio del inmenso mar que él pensaba que había sobre la bóveda que él creía que había sobre la tierra. De todo esto estaba convencido el “gran” dios hebreo Jehová, con quien los cristianos dicen que Jesucristo comparte la misma sustancia, y por consiguiente, la misma ignorancia.


38:6
“¿Sobre qué descansan sus cimientos? ¿Quién le puso la piedra principal de apoyo?” Aquí, Jehová habla de la tierra. Para Yavé, la existencia de la plataforma donde se asentaba el planeta tierra era una verdad como un templo: Salmo, 24:2: “Porque el Señor puso las bases de la tierra y la afirmó sobre los mares y los ríos”; Salmo 104:5: “Pusiste la tierra sobre sus bases para que nunca se mueva de su lugar”; Proverbios, 8:29: “Cuando puso las bases de la tierra”; Zacarías, 12:1: “El Señor que ha extendido el cielo y ha puesto base a la tierra.” Acerca del “cielo”, otras citas avalan lo expresado por la Biblia de Estudio: Isaías, 34:4: “El cielo se envolverá como un rollo”; Isaías, 40:22: “El extiende el cielo como un toldo, lo despliega como una tienda de campaña”; Isaías, 55:8-9: “Así como el cielo está por encima de la tierra”; ¡óigan eso!, “el altísimo” desconocía que en el plano universal no hay “arriba” ni hay “abajo”. Isaías, 64:1 dice: “Ojalá rasgaras el cielo y bajaras”, o sea que el cielo era sólido, y ese dios podía abrirlo por un lado y bajar a la tierra. Isaías, 13:13: “Entonces el cielo se estremecerá y la tierra se moverá de su sitio.” Este dios nunca le ha explicado a los judíos, cristianos y musulmanes ¿cómo diablos temblará el cielo?, y ¿de qué sitio es que se va a mover el planeta tierra? Jehová continúa con su exhibición de crasa ignorancia. ¡Y dicen los cristianos y judíos que él creó el universo! La ciencia de Jehová no va más allá de la que tenía la humanidad hace dos mil quinientos años, siendo él mismo una creación enmarcada en los límites del conocimiento de esta.

IX

38:6-7 “¿Quién le puso la piedra principal de apoyo (a la tierra, nota a.f.j.), Mientras cantaban a coro las estrellas de la aurora.” Según Génesis, 1:9-10, Jehová no creó la tierra, sino que esta ya existía, y lo único que hizo fue juntar en un solo lugar “el agua que está debajo del cielo…, para que aparezca lo seco. Y así fue. A la parte seca Dios la llamó ‘tierra’, y al agua que se había juntado la llamó ‘mar’.” O sea, que no puso ningún cimiento ni “piedra principal de apoyo.” En realidad, este dios solo hizo lo mismo que hicieron en sus respectivas sagas, todos los dioses creadores antiguos, poner orden en el caos, no crear el universo. Por otra parte, las estrellas de la aurora no pudieron “cantar a coro” mientras él ponía la citada piedra, pues mientras la tierra y el agua fueron separadas el tercer día, las “luces en la bóveda celeste que alumbren la tierra y separen el día y la noche…” (Génesis, 1:14-15), fueron creadas el cuarto. El Génesis se lo leyeron a Jehová como cuento de cuna, pero ya se le había olvidado buena parte. De paso, notemos un nuevo desliz del “todopoderoso”. Crea las “luces en la bóveda celeste que alumbren la tierra y separen el día y la noche” el cuarto día. O sea, pasaron tres días sin que existieran estas luces, pero no explica cómo fueron separados los días y las noches, y mucho menos, cómo diablos podía existir el planeta tierra sin el sol. Si este no existe, tampoco nuestro planeta. ¡Simple lógica de caballo!

38:8 “Cuando el mar brotó del seno de la tierra, ¿quién le puso compuertas para contenerlo?” El dios Jehová no pudo enseñarle a Elihu que el mar brota “del seno de la tierra”, pues según él mismo, en Génesis, 1:2 “La tierra no tenía entonces ninguna forma; todo era un mar profundo cubierto de oscuridad”. Cuando la tierra ni siquiera tenía forma, ya todo era un mar profundo, y las compuertas para contenerlo no se ven por parte. ¡Ah, no! Pero, espérate. No es Elihu quien habla, es el mismísimo Jehová. Aquí se complica todo, pues está diciendo cosas diferentes de las que según el Génesis él hizo. O sea, ¡él no sabía lo que él mismo había hecho! Te lo digo, se le olvidó el Génesis.

38:16 “¿Has visitado el misterioso abismo donde tiene sus fuentes el océano?” Señores, ¡un abismo donde nacen los océanos! ¡And’el diaaablo!

38:17 “¿Has visto donde están las puertas del tenebroso reino de la muerte?” Parece ser que para este dios la muerte era una entidad con vida propia, y había un sitio donde ella tenía su morada.

38:19 “¿En dónde están guardadas la luz y las tinieblas?” Esto no es simple poesía; para este dios de hace veinticinco siglos, había un sitio donde eran guardadas estas cosas.


38:22
“¿Has visitado los depósitos donde guardo la nieve y el granizo?” ¡La nieve y el granizo en un depósito!

38:25 “¿Quién abre una salida al aguacero?” Aquí se maneja el mismo criterio de Génesis, 7:11: “Y se abrieron las compuertas del cielo arriba.” Nada más claro. Para Jehová, de donde vienen las lluvias (y vino el diluvio) es del mar primitivo al que según él, sirve de muro de contención la bóveda que rodea la tierra. ¡Vaya dios!

38:29 “¿Quién es la madre del hielo y de la escarcha?” Ah, pero, Jehová. ¿Qué pasó? ¿Madre?


38:32
“¿Eres tú quien saca a su hora al lucero de la mañana?” No sé cual es la importancia de esto, pero debo decir que los antiguos romanos llamaban a este lucero Lucifer, que significa ‘traedor de luz’, nombre que se apropiaron los cristianos para designar su copia cumbre Satanás. Además, con esta función reclamada por “el dios de tus antepasados” (Exodo, 3:13), es rechazada de plano la esencia del credo niceno (concilio de Nicea, año 325 e.c.), la igualdad entre el Padre y el Hijo (recuérdese que la trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo, nace un poco más tarde en el siglo IV e.c.), pues en Apocalipsis (libro rechazado por los primeros cristianos), capítulo 22, versículo 16, Jesucristo dice muy orondo que él es “la estrella brillante de la mañana”, y para que el lucero de la mañana” sea sacado, es necesario que quien lo saca sea diferente, no pueden estos dos elementos ser una y la misma naturaleza. Y si Satanás es representado por Lucifer, el traedor de luz o lucero de la mañana, un nuevo problema abre amenazante sus fauces, ya que si aceptamos con los cristianos que "el Hijo del Hombre" y Jehová son una y la misma cosa, debemos colegir que también Lucifer participa de la misma identidad, creándose entonces la sospechosa trinidad Padre, Hijo y Satanás.




X

LEVIATAN, ¿VIVO, MUERTO O JUGUETE DE JEHOVA?

Todo el capítulo 41 está dedicado al monstruo Leviatán, vivo y en el planeta tierra (versículo 33). Sin embargo, en Salmo 74:14, el salmista le dice a Jehová que “aplastaste las cabezas del monstruo Leviatán, y lo diste por comida a las fieras del desierto.” Según la Biblia de Estudio “todo parece indicar que este Salmo fue compuesto cuando todavía estaba vivo el recuerdo de la destrucción de Jerusalén y del templo por las tropas de Nabucodonosor, en el 587 a.c.” O sea, en el siglo VI a.e.c. Como ya señalamos al principio, la Biblia de Estudio dice que el libro de Job recibió “su forma definitiva hacia el siglo V a.c.” De modo que en el siglo VI a.e.c., tenemos a Jehová aplastando las cabezas de Leviatán y dándoselo por comida a las fieras del desierto, y cien años después, en el siglo V a.e.c., lo tenemos diciéndole a Job que “no hay en la tierra nada que se le parezca.” (41:33). Acorde con esta aseveración jehoviana está Isaías, que en el capítulo 27, versículo 1 de su libro, dice que “en ese día el Señor castigará con su espada terrible, inmensa, poderosa, a Leviatán.” Leviatán está vivo, también en el siglo VI a.e.c. Pero, doblando repentinamente a la izquierda sin poner la luz direccional, el Salmo 104: 25-26 dice que “allí está el mar, ancho y extenso, donde abundan incontables animales, grandes y pequeños; allí navegan los barcos, allí está el Leviatán, el monstruo que hiciste para jugar con él.” Aquí Jehová ni lo mató, ni está vivo el monstruo siendo su enemigo. Imagínense a Jehová jugando columpios con Leviatán: “¡Ahora voy yo! Empújame tú, ahora.” Vale resaltar que si Jehová necesita “su espada terrible” para castigar (Isaías, 27:1), ni siquiera para matar, a Leviatán, es porque no es todopoderoso, es como un ser humano cualquiera, que necesita armas, blancas o de fuego, para su defensa. Peor, los brujos vencen a Leviatán solo con su hechicería (Job, 3:8), que resulta igual de “poderosa” que su “espada terrible.”

Hay otro punto que quiero destacar. En el capítulo 41, Jehová dice que “cuando él (Leviatán, nota a.f.j.) se levanta, los dioses se espantan y huyen llenos de terror.” Además de que estos son dioses de muy poca monta, pues tienen menos poder que los hechiceros, el problema con este versículo es que en Isaías, 45:5 es el mismo Jehová quien dice: “Yo soy el Señor, no hay otro; fuera de mi no hay dios.” Y si fuera de él no hay dios, ¿cómo es que “los dioses se espantan y huyen llenos de terror”? De todos modos, Leviatán (Tiamat) había sido destruido por el dios babilónico Marduk, en el Enuma Elish, la epopeya babilónica de la creación del mundo, mucho antes de que apareciera el primer judío en este planeta. Estos, influidos por esta mitología, cambian Marduk por el Jehová de Salmo 74, y se apropian la muerte de este “importante” monstruo, dejando sin base alguna el criterio de Pablo expresado en I Corintios, 15:20, de que Jesucristo ha sido el primero en resucitar (¿dónde dejamos a Lázaro?), pues esta quimera babilónica cobra nuevamente vida en el Salmo 104:25-26 y Job, capítulo 41, siglos antes que Jesucristo. La Biblia de Estudio, en comentario a Salmo 74, avala el criterio aquí expresado: “Monstruos del mar: alusión a una creencia muy difundida entre los pueblos del oriente antiguo. Según esta creencia, el mundo fue creado después que uno de los dioses logró derrotar a un monstruo temible, que le oponía resistencia y que representaba el estado caótico en que se encontraba el universo antes de la creación. El salmista utiliza esta imagen poética (‘les rompiste la cabeza a los monstruos del mar’, Salmo 74:13, nota a.f.j.) para describir la acción creadora de Dios.” (Nota a Salmo 74:13). “Leviatán: nombre de un monstruo mitológico, que en Is 27.1 se describe como la serpiente enroscada, la serpiente tortuosa y el dragón que está en el mar. Los antiguos israelitas, como sus vecinos cananeos, veían en este monstruo la representación simbólica de las fuerzas del caos.” (Nota a Salmo 74:14). Esto fundamenta lo antes dicho de que Jehová no crea nada, sino que lo único que hace es poner orden en el caos primitivo, y esto, en el reino de la mitología.

XI

¿ES POSIBLE VER A DIOS CARA A CARA Y SEGUIR VIVIENDO?

42:5 “Pero ahora te veo con mis propios ojos”, le dice Job a Jehová. Mas Juan, el evangelista, asegura que “nadie ha visto jamás a dios” (1:18). Así que, según Juan, Job es un mentiroso. Pero Juan extrae su creencia del mismo Jehová, que viene en su relevo, cuando en Exodo, 33:20 le dice a Moisés: “Pero te aclaro que no podrás ver mi rostro, porque ningún hombre podrá verme y seguir viviendo.” Pero, Jehová no tiene una válvula reguladora entre el cerebro y la boca, y como en muchas otras ocasiones, dice cualquier cosa que se le ocurra, pues ya en Exodo, 33:11 se había establecido que : Dios hablaba con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo”, y más adelante, en Números, 12:7: “El (Moisés, a.f.j.) es el más fiel de todos mis siervos, y con él hablo cara a cara y en un lenguaje claro.” Pero con Jacob fue peor (Gènesis, 32:22-31), pues amanece dàndose trompà’ con èl,y al final dice: “He visto a Dios cara a cara, y sin embargo todavìa estoy vivo.” Con Abraham, el caso es hasta risible por la “jaltura” que se da (Génesis, capítulo 18), y con él no solo habla cara a cara, sino que dialoga de manera desenfada, se refresca un rato con sus dos guardaespaldas debajo de un árbol, come una comida que este le prepara (no sabía que esta soberbia deidad necesitara comer) y al final se va a Sodoma y Gomorra “para saber si en verdad su maldad es tan grande como se me ha dicho. Así lo sabré.” (Génesis, 18:21). Este pasaje es por demás revelador, pues demuestra que este dios no lo sabe todo ni está en todas partes al mismo tiempo, pues necesita llegar a Sodoma y Gomorra para comprobar lo que “se me ha dicho. Así lo sabré.” Por lo curioso de esta “divina” visita a Abraham, ruego paciencia al lector para hacer la cita de este episodio: “-Mi señor, por favor le suplico que no se vaya en seguida. Si a usted le parece bien, voy a pedir un poco de agua para que se laven los pies y luego descansen un rato bajo la sombra del árbol. Ya que han pasado por donde vive este servidor suyo, les voy a traer algo de comer para que repongan sus fuerzas antes de seguir su camino (¡El Todopoderoso y sus àngeles necesitan comer para reponer sus fuerzas!, nota a.f.j.). -Bueno, está bien- contestaron ellos. Abraham entró en su tienda de campaña y le dijo a Sara: -¡Rápido! Toma unos veinte kilos de la mejor harina y has unos panes. Luego Abraham corrió a donde estaba el ganado, escogió el mejor de los becerros, y se lo dió a uno de sus sirvientes, quien lo preparó inmediatamente para la comida. Además del becerro, Abraham les ofreció cuajada de leche, y estuvo atento a servirles mientras ellos comían debajo del árbol.” (Génesis, 18:3-8). Señores, tres “divinas” personas, el “dios creador” (¡óye saváina!) y dos guardaespaldas que necesitan comer, lavarse los pies y descansar a la sombra de una encina para que “repongan sus fuerzas antes de seguir su camino”(v.5) ¿Dónde estaba el pan, el becerro y la boruga antes de que él “creara” el universo? ¿ “Hizo” el planeta tierra por pura necesidad, para no morirse de hambre? ¿Cómo se mantuvo durante los millones de años que precedieron la “creación” de nuestro planeta? La mera idea es ridícula: una supuesta energía universal, con necesidad de ingesta material; y no cualquier materia, sino particularmente pan, carne roja ¡y boruga de postre, señores! La alimentación es una necesidad tan imperiosa para Jehová que llega hasta extremos de adoptar actitudes mendicantes para lograr comer, como es el ejemplo que vemos en Malaquías: “Yo, el Señor todopoderoso, les digo: ‘Traigan su diezmo al tesoro del templo, y así habrá alimentos en mi casa. Pónganme a prueba en eso, a ver si no les abro las ventanas del cielo para vaciar sobre ustedes la más rica bendición. No dejaré que las plagas destruyan sus cosechas y sus viñedos. Todas las naciones les llamarán dichosos porque ustedes tendrán un país encantador’. Yo el Señor todopoderoso lo he dicho.” (3:10). Les ofrece “villas y castillas” a los judíos por una miserable limosna para que haya “alimentos en mi casa”. Pero sería de extremo interés saber ¿como diablos puede alguien que esté a nivel de pedir limosnas, cumplir con la oferta citada si en su casa ni siquiera hay comida? Y para colmo, bravuconea diciendo “Yo, el Señor todopoderoso lo he dicho”, poder que no le sirve siquiera para conseguir alimentos, mucho menos para dar nada, y mucho menos aún para crear el universo. Por otra parte, esta preocupación lo complica todo, porque es el mismo Jesucristo quien dice que “no se preocupen, preguntándose: ‘¿qué vamos a comer?’ o ‘¿qué vamos a beber?’...Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos.” (Mateo, 6:32) O sea, que según Jesucristo, Jehová es un típico pagano, palabra que por otra parte le toca explicar, pues él “como hombre” existió en el siglo I e.c., y esta palabra fue creada en el siglo IV e.c. Voló al futuro, al siglo cuarto, le gustó la palabrita, y volvió al siglo primero a “lujiá” diciéndola a sus seguidores. Este es un error evidente de los monjes copistas del siglo IV, que en su confección de los evangelios ponen en boca de Jesús palabras que un ciudadano galileo del siglo primero no estaba en capacidad de decir, pues se encontraba a tres siglos de distancia de su creación.

Un hecho de reseña es la capacidad gástrica de Jehová y sus dos ayudantes, pues se “metieron” más de cuarenta libras de harina en forma de pan (cientos d panes), un becerro, y como postre su buen jarro de boruga. ¡Barbarazos! Con un buche así hubo que darle muchas limosnas a Jehová. Me imagino que la “pava” no habrá sido chiquita. ¿Dios? ¿Dónde?




XII

Job Acusa a Jehovà de Ser Fuente del Mal

42:7-8 “Después que el Señor dijo estas cosas a Job, dijo también a Elifaz: ‘Estoy muy enojado contigo y con tus dos amigos, porque no dijeron la verdad acerca de mi, como lo hizo mi siervo Job… No les haré ningún daño, aunque se lo merecen por no haber dicho la verdad de mi, como lo hizo mi siervo Job.” Bueno, aquí sí es verdad que a Jehová se le quemó el disco del cloche. Job le entra a dos manos acusándolo de injusto, y es “mi siervo”; mientras que Elifaz, Sofar y Bildad hacen una defensa rabiosa de Yavé, y merecen castigo “por no haber dicho la verdad de mi.” Na’ma hay que’tá vivo pa’vé cosa’. Ahora bien. Si Job dijo la verdad sobre Jehová, veamos entonces lo que dijo este “siervo” suyo:

Job, 9:22 “Todo es lo mismo. Y esto es lo que pienso: que él (Jehová,a.f.j.) destruye lo mismo a culpables que a inocentes”.

9:23 “Si en un desastre muere gente inocente, Dios se ríe de su desesperación”

9:24 “Deja el mundo en manos de los malvados, y a los jueces les venda los ojos. Y si no ha sido Dios, ¿quién, entonces?”

12:6 “Los bandidos tienen paz en sus hogares, los que ofenden a Dios viven tranquilos”

14:19Así como el agua desgasta la piedra y las lluvias arrastran el polvo del suelo, así destruyes tú la esperanza del hombre.”

En 16:3, Job responde a la defensa de Jehová que hace Elifaz (Job, 15:20-35): “¿Es que no hay fin para las palabras huecas?”


Job, 16:8 Jehová levanta falsos testimonios contra Job: “Contra mi ha presentado acusaciones falsas”

34:7 De Job dice Elihu: “Se burla de Dios como quien bebe agua.” Y si el mismo Jehová dice que todo esto es cierto, no me queda otra opción que creerle. ¡A su nombre: GLORIA!

42:10 y 13 “Y aun le dio dos veces más de lo que antes tenía.” “También tuvo catorce hijos y tres hijas.” Por su afición a las apuestas, Jehová le mató a Job todos sus hijos, y ahora viene dizque a darle diecisiete hijos, y el doble de lo que tenía. Después que un padre pierde el producto de sus propias entrañas, su amor, la razón de su existencia, ¿¡cómo diablos puede llenar ese enorme vacío!? No importa que le nazcan otros treinta más, la profundidad de la pena es insondablemente inmensa. Solo pregúntenle a quien haya perdido un hijo; es una muerte que no se termina de llorar. A Job, no fue uno, sino diez hijos que este apostador empedernido le mató. Jehová, sabiéndose culpable, trata de subsanar el desastre causado dándole bienes materiales, pero el daño ya está hecho, y es irreparable.

42:16-17 “Después de esto, Job vivió ciento cuarenta años, y murió a una edad muy avanzada.” Si le calculamos a Job cuarenta años al momento de la desgracia “divina”, habría muerto a una edad aproximada de ciento ochenta años. Problemas nuevamente. En Génesis, 6:3, YHWH, Yavé, Jehová o Jesucristo, o como usted quiera llamarle, dijo: No voy a dejar que el hombre viva para siempre, porque él no es más que carne. ASI QUE VIVIRA SOLAMENTE 120 AÑOS.” Job se le escapó.


AMAURY FERNANDEZ JORGE
Santo Domingo, D.N. 18-julio-06

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