martes, julio 25, 2006

EL REPOSO PERTURBADO. ¿MINTIO JESUS?

EL REPOSO PERTURBADO
¿MINTIO JESUS?
Conozca las peripecias de los monjes católicos en los albores del cristianismo para eliminar el sábado como día de reposo.
"Por aquel tiempo, Jesús caminaba un sábado entre los sembrados. Sus discípulos sintieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas de trigo y a comer los granos. Los fariseos lo vieron, y dijeron a Jesús: 'Mira, tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado'. El les contestó: '¿No han leído ustedes lo que hizo David en una ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre? Pues entró en la casa de Dios y comieron los panes consagrados a Dios, los cuales no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes. ¿O no han leído en la ley de Moisés que los sacerdotes en el templo no cometen pecado aunque no descansen el sábado? Pues les digo que aquí hay algo más importante que el templo. Ustedes no han entendido el significado de estas palabras: Lo que quiero es que sean compasivos, y no que ofrezcan sacrificios. Si lo hubieran entendido no condenarían a quienes no han cometido ninguna falta. Pues bien, el Hijo del Hombre tiene autoridad sobre el sábado.'" (Mateo, 12:1-8).
Aquí, al objeto de eliminar la costumbre judía de guardar el día sábado como día de reposo, para adaptar los evangelios a la cultura europea, el militante del sacerdosio político del siglo IV de la era común (e.c.), que no era judío y no escribió para un público judío, reconstruye el dudoso evangelio de Mateo (de autor desconocido), tergiversando el Antiguo Testamento en forma desvergonzada. Así, lo vemos poner en boca del jefe mesianista judío la versión corregida del encuentro entre David y el sacerdote Ahimelec, en la ciudad de Nob, narrado en I Samuel, 21:1-6.
Según el corrector católico, en Mateo, 12:3-4, Jesús dice lo siguiente: "No han leido ustedes lo que hizo David en que él y sus compañeros tuvieron hambre? Pues entró en la casa de Dios y comieron los panes consagrados a Dios, los cuales no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes."
El primer falseamiento que notamos de inmediato, es en cuanto a quién o quiénes comieron el pan. El supuesto Jesús del pseudo Mateo (palabra deribada del egipcio 'maatiu', que significa 'jueces'), en abierta ignorancia del libro de Samuel (véase el sufijo "el" en honor del dios canaanita El), da como cierta la mentira de David a Ahimelec para lograr la colaboración de este en el momento en que David era prófugo del rey Saul.
Para comprobar las circunstancias de fuga del futuro rey judío, solo tenemos que leer los versículos 30 a 42 del capítulo precedente (capítulo 20, I Samuel), y de manera particular el versículo 42, donde Jonatán perdona la vida a David, quien huye a la ciudad de Nob, donde espera recabar ayuda del sacerdote Ahimelec, quien muy extrañado le pregunta: "¿Cómo es que vienes solo?" (I Sanuel, 21:1). Para lograrlo es preciso hacerle creer que él permanece al servicio del rey Saul, y que "en cuanto a los hombres bajo mis órdenes, los he citado en cierto lugar" (I Samuel, 21:2). Aquí hay una diferencia de fondo entre la Versión Popular y la Reyna Valera. Mientras en la primera se dice: "los hombres bajo mis órdenes", en la segunda se afirma que: "yo les señalé a los criados un cierto lugar". En la primera, son soldados; en la segunda, simples esclavos.
"Aquel mismo día David siguió huyendo de Saul, y fué a presentarse a Aquis, el rey de Gat (I Samuel, 21:10). Sólo. David no va acompañado por nadie bajo su mando. Y de haber sido así, hubiese sido ejecutado en el acto por los guardias que, aunque lo reconocieron, lo dejaron en libertad, pues se hizo el loco ante el rey filisteo. Y sólo también "se fue de allí y huyó a la cueva de Adulam" (I Samuel, 22:1). Es únicamente entonces, cuando se le unen sus familiares y gente del pueblo, que David tiene "hombres bajo mis órdenes". Y puedo asegurarles que "cinco panes o lo que encuentres" (I Samuel, 21:3) no fueron en absoluto suficientes para alimentar al mismo David en los cinco días de viaje desde Nob hasta la ciudad de Gat, y desde este lugar a la cueva de Adulam, y mucho menos, para taponar siquiera los molares de los cuatrocientos miembros de su pandilla de cuatreros (I Samuel, 22:2). De modo que los panes no eran "también" para sus compañeros, ni tampoco tenía compañeros. Resulta extraño entonces que Jesucristo, que dizque que es dios, aceptara como verdad (Mateo,12:3) lo que dijo David como mentira.
"Pues entró (David, nota a.f.j.) en la casa de Dios y comió los panes consagrados a Dios..." (Mateo, 12:4). Esto nos da la idea de que David, después de entrar al santuario, cometió la irreverencia (inaceptable para un supuesto servidor de Jehova) de tomar él, y comer, los panes que debían ponerse "siempre en la mesa en presencia mía (Jehova, nota a.f.j.)" (Exodo, 25:30). Mas, huyendo de la espada persecutoria del rey Saul y hambriento, no pudiendo mantenerse siquiera a sí mismo, mucho menos "a los hombres bajo mis órdenes", es que se ve urgido de pedir (no de coger) a Ahimelec "cinco panes o lo que encuentres" (I Samuel, 21:4). El sacerdote está en posesión del pan, lo que definitivamente le impide a David proceder sin consentimiento previo de Ahimelec, quien con plena autoridad "le entrgó el pan consagrado" (I Samuel, 21:6), que de todos modos era ya pan de deshecho, pan duro, no fresco, "y que ese mismo día se había quitado del altar, para poner en su lugar pan caliente" (I Samuel, 21:6). Pero con todo y ser pan retirado ya del altar, el levita pone a David una condición que debe cumplir antes de someter la ex ofrenda a la voracidad de sus marfiles bucales: "te los daré si tus hombres se han mantenido alejados de las mujeres" (I Samuel, 21:4). David respondió con firmesa: "Como siempre que salimos a campaña hemos estado alejados de las mujeres. Y aunque este es un viaje ordinario, ya mis hombres estaban limpios cuando salimos, así que con más razón lo han de estar ahora" (I Samuel, 21:5). Para comer incluso basura "sagrada" le fue preciso al hijo de Isaí, según el último caudillo judío, llenar un reqisito inquebrantable: NO ENSUCIARSE CON MUJERES. Lo que de paso nos muestra el desprecio de esta religión esclavista por el ser más hermoso de la naturaleza.
Pero si el escritor que redimensiona a Mateo hubiese leido el primer libro de Samuel, o hubiese prestado atención cuando le narraban este relato, no hubiese cometido este supino desfase. En el comienzo del relato, Ahimelec "...sorprendido salió a su encuentro..." (I Samuel, 21:1), lo que ya me pone en libertad de pensar que David ni siquiera entró al santuario. Vale resaltar una mentira más de esta vinícola deidad. Marcos, 2:26 añade a este relato un detalle que no encontramos en Mateo: "Pues siendo Aviatar sumo sacerdote..." Lo lamento, Jesucristo. Abiatar, hijo de Ahimelec, fue sacerdote durante el reinado de David (II Samuel, 20:25), pero quien recibe a David en la ciudad de Nob es Ahimelec, según I Samuel, capítulo 21.
"¿O no han leido en la ley de Moisés que los sacerdotes en el templo no cometen pecado aunque no descansen en los días de reposo?" (Mateo, 12:5). A este lamentable argumento de esa deidad onírica, yo respondería con dos preguntas. Primera: ¿Y quién se encargaría de poner el pan de la presencia que debía renovarse "sin falta ante el Señor cada día de reposo, como un PACTO ETERNO por parte de los israelitas"? (Levítico, 24:8). En cuanto a lo que debemos señalar que, si no hay día de reposo, no hay pan de la presencia y, en consecuencia, se disuelve el "pacto eterno".
Segunda: ¿Quién se encargaría del ritual del holocausto de "dos corderos de un año, sin defecto...que...se ofrecerá en los días de reposo..." (Números, 28: 9-10). Si YHWH (Jehová) instituyó estos eventos para el día de reposo, ¿cómo es posible que de manera concomitante, también establezca condena para quien los lleva a cabo? Es evidente la desesperación de nuestro monje por la eliminación del día de reposo judío para instaurar el de Constantino, el domingo, que era el de la religión del dios persa Mitra, dios de este emperador. De todos modos, no es válido comparar un grupo de proselitistas en campaña, arrancando trigo en el campo, con la exclusiva casta de sacerdotes "elegidos" por Jehová (léase Moisés) en sus labores templarias.
Destaquemos de paso que los hermanos Moisés (Jehová) y Aarón, hijos de Amran, su padre, y Jocabed, su madre, la tía de su padre, (Exodo, 6:20), al convertir a los levitas (tribu a la que pertenecían) en fuente única de sacerdotes mediante ley "eterna" e inviolable, lograron consolidar una dinastía destinada a regentear el embrionario estado judío.
Hemos de notar que Moisés y Aarón son el engendro de una relación sexual pecaminosa. Y es la espada de la propia ley de Moisés que deja caer todo su peso sobre el cuello culpable de su padre Amran y su tía Jocabed, que es a la vez madre y tía abuela de Moisés y Aarón: "La desnudez de la hermana de tu madre, o de la hermana de tu padre, no descubrirás; porque al descubrir la desnudez de su parienta, su iniquidad llevarán" (Levítico, 20:19). Se me dirá que la Ley todavía no exiztía cuando la relación de Amran y Jocabed, pero así mismo "matar" no existía como pecado tipificado cuando Caín fue condenado por YHWH, lo que fue mucho antes. Y del mismo modo, si por no haber ley no había pecado, entonces el diluvio tendría que perder toda su justificacón, lo mismo que la destrucción de Sodoma y Gomorra, y por supuesto, el mayor de todos los pecados, el que cometieron Adan y Eva al comerse la manzana del "arbol del conocimiento del bien y del mal".
Y Moisés, en versión corregida y aumentada de su padre Amran y su madre/tía abuela Jocabed, infringió la ley sobre el adulterio, que ya sí existía, una de las más duras en la carta magna de Jehová, pues teniendo su esposa Séfora (Exodo, 2:21) "él había tomado mujere cusita (etíope, nota a.f.j.)" (Números, 12:21). Y aquí Moisés, como dice el refrán popular, hizo la ley y también la trampa. Valga de paso decir que Yavé, a quien castiga por este pecado mosaico, no es a su autor, sino a María su hermana (Números, 12:10), porque ella y Aarón criticaron a Moisés. Una justicia con traje de absurdo.
"Lo que quiero es que sean compasivos y no que ofrezcan sacrificios" (Mateo, 12:7). Este es el planteamiento de Oseas, una de las cabezas revisionistas del siglo VIII a.e.c., y de ninguna manera el de la Ley. Resulta sobradamente extraño que el mismo que dijera que "hasta que pasen el cielo y la tierra ni una jota ni una tilde pasará de la Ley" (o sea, la Torá, también llamada Pentateuco, los cinco libros que Moisés supuestamente escribió) (Mateo, 5:18), sea el mismo que ahora, irresponsablemente, cite al cismático "profeta" predestierro. Capítulos enteros que por orden de Yavé, fueron escritos en Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio con el objetivo de que los hebreos cumpliran con los sacrificios para diferentes fines y fechas, solo para que un "iluminado" los borre de un plumazo. No obstante, el primer elemento de la disyuntiva según Oseas, no es tampoco "que sean compasivos", sino "que me amen" (Oseas, 6:6). Lo que deja al desnudo el engaño perpetrado por las huestes de intelectuales al sevicio del emperador romano Constantino en el siglo IV de la era común, pues mientras "compasivos" no lo vemos siquiera entre los diez mandamientos básicos de la carta legislativa mosaica, "amar a Dios" aparece como el primer y más importante mandamiento. Al mismo tiempo, Oseas queda develado en sus intenciones morbosas, porque "amar al Señor tu Dios con todo tu corazon, con toda tu alma y todas tus fuerzas" (Deuteronomio, 6:5) significa cumplir con los mandatos de la supuesta ley eterna del irascible "todopoderoso" dios de los judíos, y hacer sacrificios a ese dios es "ley eterna".
"Esta es la sangre que confirma el pacto que el Señor ha hecho con ustedes sobre la base de todas estas palabras (la Ley, a.f.j.)" (Exodo, 24, 8). El sacrificio es de importancia única para YHWH-Jehova, pues es la confirmación del "pacto" de este "protegiendo", por un lado, y los israelitas cumpliendo su mandato, por el otro. Estas son leyes eternas, inviolables, no atadas a tiempo ni circunstancias.
En cuanto al día de reposo, el excelentímo Yavé sabaoth fue meridianamente claro cuando dijo: "Cualquiera que ese día trabaje, será condenado a muerte" (Exodo, 35:22). Muerte física y en el planeta tierra, si no, véase Números, 15:32-36: "Cuando los israelitas estaban en el desierto, encontraron un hombre recogiendo leña en el día de reposo...Entonces el Señor dijo a Moisés: 'Ese hombre debe ser condenado a muerte'. Que todos los israelitas lo apedreen fuera del campamento'." Es el mismo Jehova que da la orden de ejecusión física e inmediata en este "impío" mundo en que vivimos, y no en el caluroso reino de Lucifer (=traedor de luz), desconocido incluso para el mitológico artífice hebreo del universo, pues este famoso infierno (lo mismo que la tan llevada y traida vida eterna) está extrañamente ausente en todos y cada uno de los libros del Pentateuco: Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
En esta actitud de dar muerte al "pecador" es que se basa el imaginativo Pablo para establecer que "la paga del pecado es muerte" (Romanos, 6:23; pero claro, esta ley no toca a Moisés), como pagaron su pecado Nadab y Abiú, hijos de Aarón, y además sacerdotes, que "ofrecieron ante el Señor un fuego extraño que él no les había ordenado. Entonces salió fuego de la presencia del Señor y los quemó por completo. Así murieron ante el Señor" (Levítico, 10:1-2). Así como también murió Uza cuando "alargó la mano hacia el cofre de Dios para sostenerlo, porque habían tropezado los bueyes. Pero el Señor se enfureció con Uza por aquel atrevimiento(¡?, a.f.j.), y le quitó la vida allí mismo, cayendo Uza muerto junto al cofre de Dios" (II Samuel, 6:6-7). No alcanzo a comprender cuál pudo haber sido el pecado de Uza, Nadab y Abiú. Lógicamente, quien agarró la carreta y quien encendió "fuego extraño" no fue Moisés.
No se ajusta a este comportamiento la opinión de Jonás de que "tu eres clemente y piadoso, tardo en enojarte y de gran misericordia" (Jonás, 4:2). En estos casos la ira de Yavé fue automática e inmediata, y sus devastadores efectos no se hicieron esperar, como en el caso en que Jehová, encendido en ira contra los israelitas, ordena a David hacer un censo de Israel y Judá, y ¡mata setenta mil hebreos porque David cumplió su orden de hacer el censo! (II Samuel, 24:1-17). ¡La justicia de este dios no tiene pie ni tiene cabeza! Manda a David a hacer un censo, y porque este rey lo lleva a cabo, le "arremanga" tremendo castigo, pero no a David, sino ¡al pueblo, que no tenía nada que ver! A los cristianos que se pongan "chivo" cuando el "papá" de Jesucristo los mande a hacer algo.
Debo añadir que ofrecer "ante el Señor un fuego extraño" y alargar "la mano hacia el cofre de Dios para sostenerlo" o "cumplir la orden del mismo Jehová de hacer un censo", no aparecen como acciones pecaminosas, y no aparecen en lo absoluto por parte alguna en toda la Ley (las mismas leyes que supuestamente escribió Moisés), y mucho menos como motivo de la pena de muerte. Debo entender que aquí, como en otros casos, el pecado fue determinado por la sed de sangre de Jehová.
Y para remachar la importancia capital del día de reposo para Yavé, oigamos con atención al mismísimo "creador" del universo: "Habla tu mismo (dirigiéndose a Moisés, a.f.j.) con los israelitas, y diles lo siguiente: 'Deben respetar mis días de reposo porque es la señal entre ustedes y yo a través de los siglos, para que se sepa que yo el Señor, los he escogido a ustedes. El día de reposo será sagrado para ustedes, deberán respetarlo. El que no me respete ese día será condenado a muerte. Además, la persona que trabaje ese día será eliminada de entre su gente (naturalmente, ya la mataron, a.f.j.). Se podrá trabajar durante seis días, pero el séptimo será de reposo consagrado al Señor. Cualquiera que trabaje en el día de reposo será condenado a muerte. Así que los israelitas deberán respetar la práctica del día de reposo como un pacto eterno a través de los siglos. Será una señal permanente entre los israelitas y yo'. Porque el Señor hizo el cielo y la tierra en seis días, y el séptimo día dejó de trabajar, y descansó." (Exodo, 31:12-17). Si Jehová conoce el futuro, ¿cómo es posible que impusiera día de reposo como ley eterna, sabiendo que enviaría a su "hijo" a abolirla?
Está muy claro. Como los europeos no son "pueblo elegido", no pertenecen a la racista nación hebrea, tenían que buscar la forma de eliminiar el molestoso recuerdo del "pacto de elección". Si desaparece el sábado como día de reposo, desaparece también la "señal permanente" entre los hebreos y Yavé, de la determinación de esa etnia semítica como "pueblo elegido", premisa que apalancó a los europeos en el asalto y apropiación de la mitología judaica.
No es consebible que Jehová, conociendo el futuro infinito, ordene el dia de reposo como practica eterna, y luego, apoyándose en vulgares seres terrenales (Oseas y David), infinitamente inferiores a la "divina majestad de su gloria", dé marcha atrás y derogue esa orden olvidando por completo que "Dios no es como los mortales: ni dice mentiras ni se arrepiente" (Números, 23:19). Aunque Jonás piensa diferente: "Anuncias un castigo y luego te arrepientes" (Jonás, 2:2). Y en cuanto a lo de mentir, Jeremías, 4:10 dice: "Ay, Señor, cómo has engañado a la gente de Jerusalén". Y el mismo Jehová, a través de Ezequiel, 14:19 remata: "Y si un profeta da mensaje falso, es porque yo, el Señor, engañé a ese profeta". A confesión de parte, relevo de pruebas.
El supuesto hijo de Jehová, que "en el principio ya existía..." y "estaba con Dios y era dios" (Juan, 1:1), , pone como ejemplo a un falsante como Oseas y a un bandolero de la más baja estofa como David, que saqueaba ciudades a las órdenes de Aquis, rey de los filisteos, (I Samuel, capítulo 27), pueblo enemigo de la raza elegida por el dios judío, y por tanto enemigo de ese dios, condición en la que cae por fuerza el propio David, que además de cometer adulterio y "preñar" a Betsabé, la mujer de Urías el heteano (uno de sus más brillantes militares) lo mandó a matar para quedarse con ella (II Samuel, 11: 1-17), acción friamente premeditada de la que dijo "he pecado contra el Señor", pero de la que jamás se arrepintió, naciendo Salomón de esta asquerosa relación, y Jesús de esta estirpe siempre y cuando su papá fuese José, el esposo de María, en cuyo caso no sería hijo de Jehová.
Es a estos bandidos que el emergente "hijo de Dios que es dios", condición que posee solo en el evangelio de Juan, esgrime como carta de triunfo para justificar la violación de sus propias "leyes eternas" que, como resonante éxito de nuestro monje de marras, no consiguieron ver la luz de la aceptación en la cultura religiosa europea, y mucho menos en la del Nuevo Mundo.
Amaury Fernandez Jorge
Marzo-1996

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